El efecto ‘árbol de navidad’ en tus relaciones

Más no siempre es mejor. Elige bien qué cosas cuelgas de las ramas

La navidad está a la vuelta de la esquina y este año sí: estás decididx a montar un árbol de navidad maravilloso, así que te acercas a la tienda del barrio para comprar pequeñas decoraciones que colgar de sus ramitas. Y se te va la mano. Te encantan esas bolas blancas y rojas. Y aquel muñequito de Papá Noel. Y esa estrella. Y todas esas luces de colores. Vas añadiendo cosas a la cesta y cuando llegas a casa tienes un cóctel brutal de movidas a las que encontrar un hueco en el árbol. ¿Resultado? Mediocre. Muy mediocre. Como escribe el profesor de psicología de la Monmouth University Gary Lewandowski, “más no siempre es mejor: cierto para los árboles y cierto para las relaciones”.

Es la llamada teoría del efecto árbol de navidad y postula que en muchas ocasiones, especialmente durante los conflictos interpersonales, la inclinación más instintiva es intervenir para forzar una solución cuando lo más adecuado sería “hacer menos, minimizar la fricción y eliminar el peso muerto”. Una especie de minimalismo procedimental a través del cual dejas respirar la relación y no la saturas de comentarios, gestos, miradas, sentimientos y líneas argumentales. Y tiene lógica: generalmente, ni tú ni la otra persona soléis estar emocionalmente estables en el preciso instante en que estalla un conflicto. En un momento así, no vas a colgar cosas con criterio. Será todo caos y mediocridad.

Pero el efecto árbol de navidad se manifiesta de muchas otras maneras en vuestra relación. En ocasiones, por ejemplo, preparar citas sencillas en las que reencontraros de verdad en lugar de eventos grandilocuentes con elevadísimas expectativas puede seros de gran ayuda para brillar juntxs otra vez. También veros un poquito menos para que la relación no se vicie. Hay vida más allá. Os echaréis de menos y disfrutaréis bastante más cuando os reencontréis. Las parejas que desaparecen de la vida social de sus amigxs y familiares para llevar una vida de cárcel emocional voluntaria no suelen terminar demasiado bien. No es una situación sostenible a largo plazo. Demasiado peso en las ramas.

”Aplicar el efecto árbol de navidad a las relaciones muestra cómo cuidar de ellas no tiene por qué ser un trabajo duro. Puede evitar el impulso de agregar más y más y, en cambio, encontrar formas de relajarse y hacer menos”, añade Lewandowski. Y no se trata de pereza. No es una vía con destino hacerlomenosposibleperoquemequiera. Es escoger bien qué le pones al árbol. Es aplicar el criterio para que sea vea bonito con los adornos que sean necesarios. Nada más. A partir de ahí, lo estarías cargando por cargar y estropeando su estabilidad y su belleza. No vivas tus relaciones como una responsabilidad inabarcable. Hay un punto medio entre la dejadez y la obsesión. Encuéntralo.