A estas alturas de la vida muchas mujeres ya sabemos que no todos los tíos son imbéciles. Es más, damos gracias porque los especímenes que se concentran en Tinder, o en una discoteca a altas horas de la noche, lo ponen jodidamente difícil al conjunto del género humano. Ligar y acosar son realidades distintas, aunque todavía hay quien cree que ligar es algo así como gritar de madrugada “guapa, te reventaría todo”. ¿En qué cabeza cabe que una amenaza de violación es sexy? Seguramente en toda aquella donde la educación, el respeto y el sentido común no son relevantes para la vida en comunidad.
Puede que suene redundante, pero entre ligar y acosar hay un concepto clave: el consentimiento. No son bienvenidos comentarios groseros, tocamientos o insinuaciones que no han sido ni demandadas ni pactadas, ya sea por parte de personas conocidas o de completos extraños. Este tipo de acciones, de carácter intimidatorio y violento, pretenden devaluar y negar el poder de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos.
Otro comportamiento desagradable que se confunde con ligar, y que es sumamente cuestionable, es el envío recurrente de imágenes no consensuadas de penes. Es una evidencia que una foto-polla no viola, pero también hay que considerar que pueda resultar molesta y que incluso, si es reiterado y no consentido, se pueda considerar acoso sexual. Asume que cuando las tías decimos que nos gustan los hombres con iniciativa, que le echen huevos a la vida, no estamos queriendo decir que deseamos un book de vuestros genitales en planos imposibles y anti-eróticos.
Este tipo de conductas son contraproducentes. ¿Alguna vez has visto a algún experto en seducción que tras enseñar la polla en plena calle tenga un séquito de féminas a sus espaldas? Bueno, yo sí, pero corriendo despavoridas. Además, la continua necesidad o ansiedad por querer mostrar el pene en cada flirteo es síntoma de que tus habilidades de seducción o tu repertorio para comunicar que eres un tipo interesante, están bajo mínimos.
En serio, guárdatela y habla con nosotras de temas trascendentales, de banalidades, de que te quieres morir y resucitar en un disco de C.Tangana o de esa verdad universal de que nadie es superficial, pero el físico sí importa. ¿Lo pillas? Pues eso, lo que sea para que no la cagues ahora que ya tienes la mitad del camino hecho: nuestra atención.
Iniciar una conversación con nosotras también te será de suma utilidad para descubrir si somos lesbianas, estamos solteras, si el interés sexual es recíproco o si ha llegado el momento de asumir que no has nacido para provocar los sueños húmedos de toda la faz de la Tierra. Y sí, todo esto te va a ser muy duro de masticar si además de abdominales, tienes un gato y has descubierto la quinoa. Sentirás que no eres lo suficientemente exótico. Pero no te preocupes, lo superarás y de verdad que, para ello, te juro que no hace falta te obsesiones lesbianas a nuestras fotos de Instagram.
Las mujeres estamos muy cansadas de que la sociedad mire hacia otro lado cuando nos enfrentamos a babosos, groseros y todo tipo de perturbados que creen que debemos complacerles por el hecho de que somos mujeres. No es no, debería ser no solo un elemento básico para distinguir el ligoteo del hostigamiento, sino también dar lugar a un impacto eficiente en las relaciones personales. Aplícalo y no condenes tu nombre a la lista negra: ahora ya dispones de una mayor información para evitar desde situaciones incómodas a otras que pudieran ser delictivas.