Hola. Mi nombre es Fermín Varela. Fer, para los amigos. Hace poco me hice una marca con un rotulador en la uña, justo en la base. ¿Por qué? La idea es sencilla: según vaya pasando el tiempo la marca irá subiendo y subiendo, y llegará un día en el que, ¡pam!, la cortaré. Y entonces, lo habré superado del todo. Uno hace esas mierdas cuando lo deja con su novia de toda la vida, ¿sabes? Porque, sí: dejarlo con tu novia de toda la vida es jodido.
Yo qué sé, no hace falta ser un genio para imaginárselo. En mi caso, la relación duró diez años. ¡Diez años! De los quince a los veinticinco. Eso es media vida, pero más que eso: es toda tu juventud, toda esa época en la que te formas como persona, ese tiempo en el que pasan más cosas. Joder, debo reconocerlo: nunca he estado con nadie más. Y cuando digo estado quiero decir… mierda, que ni siquiera he besado a otra chica. Nunca. Ni un piquito.
Sí, siempre he sido un chico-novia. Seguro que conoces a unos cuantos. Son tipos felices, ¿eh? Van por ahí sonrientes, relajados, sin esas preocupaciones típicas de solteros como, no sé, follar. Porque van servidos. Servidos en lo sexual y en lo emocional. La vida es fácil, para esos tipos. Tipos como mi yo pasado, al que observo desde la distancia y veo con recelo, con cierto aire de traición. Al fin y al cabo, él fue feliz a mi costa. Diez años plácidos, de sofá y manta, tardes de cine y paseos cogidos de la mano. Diez años que ahora se han convertido en una rémora, en un peso que no me deja moverme, avanzar y, a veces, ni respirar.
Porque cuando eres uno de estos tipos, un ex chico-novia, te sientes como si llevaras un traje espacial y estuvieras en uno de esos planetas con hiper-gravedad. De pronto te despiertas y estás ahí, en puto Júpiter, y te mueves a cámara lenta y todo te cuesta un esfuerzo tremendo y miras a tu alrededor y no entiendes nada, todos te parecen extraterrestres, con sus ligues y sus coqueteos y sus tinders y su… en fin, su experiencia, justo eso que te falta porque, recordemos: fuiste demasiado feliz durante diez años.Pero, ¡eh! Llega un día en el que paras de lloriquear. Ése es el día en que dejas de tomártelo todo tan en serio. El día en que empiezas a jugar. Porque te das cuenta de que la juventud es un parque de atracciones, uno inmenso, con montañas rusas de todo tipo, altas de cojones, y que tienes fichas ilimitadas para probarlas todas y cada una de ellas. Eres como un niño otra vez, con todo por experimentar.
¿Sabes ese brillo especial con el que miras aquello que nunca antes has visto? Pues así es todo el tiempo. Cada rechazo, cada pequeña victoria, cada momento de soledad bajo el flexo de tu habitación planeando el siguiente proyecto que dirigirá tus pasos con una ilusión inaudita. Y a veces echas de menos la persona que solías ser, aquellos rincones seguros, aquel olor, aquella sensación de que todo estaba donde debía. Pero la nostalgia no dura: ahora tienes demasiadas cosas por delante como para mirar atrás. Ahora toca hacer cosas. Porque algo tienes claro: hay que hacer cosas para que pasen cosas. Hay que lanzarse.
Claro, que yo aún no he llegado a ese punto. Aún estoy pendiente de la marca en mi uña. Además, ¿qué sabré yo? Sólo soy un personaje de ficción. Porque yo, Fermín Varela, técnicamente no existo. Soy el protagonista de una novela escrita por otro tipo, un cretino con barba que se ha atrevido a meterse en mi piel. ¿Te lo puedes creer? En fin, al menos la ha escrito en primera persona, por lo que, a efectos prácticos, yo soy el autor. La historia es mía, soy yo quien la cuenta. Y eso no me lo quita nadie.
‘Solo’ Ediciones Milwaukee, 2016 es la primera novela de Samuel Valiente. Puedes encontarla en librerías de Madrid y Barcelona o pedirla online.