Quizá te suene la película. Te enamoras, te enganchas o lo que surja. Y no sabes cómo de repente estás en una relación que te importa más de lo que pensabas que lo haría cuando la empezaste. Y, claro, lo demuestras. Empiezas con los pequeños detalles, porque la vida está hecha de eso, dicen, ¿no? Un mensajito aquí, una llamada allá, un regalito inesperado porque te acordaste de él al ver esa cartera o porque te pareció que a ella podría quedarle genial ese pañuelo.
Pues el caso es que todos estos gestos que para ti son inofensivas muestras de cariño y atención, para otras personas son agobios. Y es que no todo el mundo entiende de la misma forma el ritmo de las relaciones, sus procesos y etapas. Así que hay quien se siente agobiado. Porque no espera que le traigas caracolas de tu viaje a la playa y porque tu hermano será muy majo, pero es tu hermano, y a él no le apetece conocerlo todavía.

Así que se asusta y comienzan las dudas sobre si queremos lo mismo, sentimos lo mismo, vemos esto de la misma manera. En muchas ocasiones, la respuesta es no. Cuando existe un desequilibrio tan fuerte en que uno siente que está dando más que el otro, y el otro cree que lo someten a un potro de tortura en lugar de a una compañía emocional, entonces, obviamente, algo no cuaja y todo se vuelve raro y tenso.
Por eso esas veces la perspectiva de la ruptura estará más cerca que nunca. Porque poco futuro hay en las relaciones en las que aquello que se da no solo difiere a raudales de aquello que se recibe, sino que molesta y agobia a quien recibe ese torrente de atención no tan deseado.

Otras veces sin embargo las cosas no son tan obvias. Y en ocasiones es verdad que uno necesita tiempo. Porque no todo el mundo percibe a la familia de la misma manera. Aunque quizá para ti sea algo de lo más natural presentarle a tu prima o a tus padres, hay quien considera que es necesario que pase un poco más de tiempo. Por ti, por ellos, por vosotros dos.
Y cada uno tiene sus manías y quizá a ella solo le gusta recibir regalos cuando el calendario lo justifica, pero no un día porque sí. Porque cada uno tiene sus traumas y ella no sabe qué cara poner y se siente culpable porque tú no tienes regalos. Y en fin, que cada uno tiene sus cosas.
Pero eso no es tampoco una afrenta contra ti ni una huida descabezada hacia delante. No te lo tomes como algo personal, ese espacio no significa que no le gustes ni que no quiera algo contigo. Solo es sosiego, espacio, calma. Tal vez no tenga ninguna prisa por vivir lo vuestro paso a paso. No todos entendemos las etapas y los detalles de la misma forma y alcanzar la estabilidad en una relación también implica dar a la otra persona lo que necesita, ni de menos, ni de más. Ay, el equilibrio, ese inextricable aliado.