Hay un frase que nos bombardea en las redes sociales y que, personalmente, creo que tiene toda la razón: "viajar es la única cosa que compras y que te hace más rico". Claro que, en este caso, se trata de un tipo de riqueza más abstracta. Algo que tiene que ver con el conocimiento cultural adquirido, por ese tipo de experiencia y también un poco con el poquito dinero que queda en el banco después de un gran viaje. Sin embargo, el balance de nuestros viajes no podría ser tan positivo como podríamos imaginar. De hecho, si te fuiste de Erasmus, ya puedes olerte de qué va esto.

Según un estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, conocer otras culturas no trae solo crecimiento personal sino también nos hace más propensos a comportamientos inmorales, como mentir, beber y - lo que más temen los novios que quedan en casa - ser infiel. A ver, hay que recordar que no se trata de una ciencia exacta. La noción de comportamiento inmoral es algo bastante relativo dependiendo de tu origen y experiencias de vida. Lo que dicen los investigadores responsables por Journal of Personality and Social Psychology 'El lado oscuro de ir al extranjero: amplias experiencias extranjeras aumentan el comportamiento inmoral' es que, al viajar, entramos en contacto con otras ideas y estilos de vida que hasta entonces solo conocíamos a través de libros y películas.
Por eso, las experiencias en el extranjero acaban por alimentar lo que los científicos llaman flexibilidad cognitiva en nuestro cerebro. En general, esta capacidad es de lo más positiva ya que nos convierte en personas más abiertas a la posibilidad de probar cosas nuevas y pensar de una manera menos convencional. Se puede decir que adoptamos una personalidad como la de Barney Stinson y seguimos una de sus principales reglas: lo nuevo siempre es mejor o, al menos, más atractivo.
"Las experiencias en el extranjero no solo fomentan la flexibilidad cognitiva, sino que llevan a los individuos a pensar y actuar de una manera moralmente flexible y relativista. En otras palabras, mientras que esas experiencias capacitan a las personas para romper las reglas mentales, también pueden conducir a tergiversar reglas morales", sostiene el estudio. Respecto a ese tipo de actitud, los investigadores mencionan un texto del Washington Post sobre hacer Washington Post como forma de fundamentar aún más su argumentación: "Las universidades públicas de los Estados Unidos registraron 5,1 casos de supuestas trampas por cada 100 estudiantes internacionales, frente a un caso por cada 100 estudiantes nacionales". Casi nada, al parecer los 'viajeros' hacen cinco veces más trampas.
En conclusión, aunque el texto camina hacia la tesis de que viajar mucho puede incrementar tus probabilidades de engañar a tu pareja, no habla directamente de las relaciones románticas. Lo que sí mencionan los investigadores es que sus conclusiones pueden servir como base para estudios específicos sobre la infidelidad en ese contexto. O sea, pequeñas trampas y actitudes inmorales siempre pueden ser un trampolín para relativizar otros acuerdos sociales y culturales, como la monogamia. Pero, por ahora, ser infiel en el extranjero no tiene nada que ver con viajar - si lo haces, lo más probable es que solo seas un poco estúpido/a.