Todo lo que tus celos revelan sobre ti, según la ciencia

Cuando sentimos celos, solemos poner toda la atención en esa ex a la que no soportamos, o en si nuestra pareja realmente es confiable o no.

No nos engañemos, hay ocasiones en que los celos están más que justificados y es cuando alguien realmente nos ha traicionado. Ese día, en ese momento, algo se rompe dentro de nosotros y nos destroza. Estas emociones son tan fuertes que incluso el derecho penal en España reduce la pena de un delito si sucedió cuando una persona se encontró a su pareja in fraganti.

Mirarse al espejo

Si los celos son frecuentes, entonces lo que puede pasar es que realmente no estén justificados, o que no se haya afrontado la situación con valentía. En ambos casos, lo que hay detrás de los celos es a menudo mucha inseguridad.

Cuando sentimos celos, solemos poner toda la atención en si nuestra pareja realmente es confiable o no. En realidad donde tendríamos que mirar es en el espejo, porque los celos repetidos son síntomas de que algo va mal en nosotros.

La falta de autoestima, el exceso de ansiedad o de preocupación, hacen que muchas veces perdamos la objetividad y la paz con la pareja, y sobre todo, con nosotros mismos. El miedo nos domina hasta el punto de que dejamos de disfrutar de la relación, y pasamos a angustiarnos sin razones.

El compromiso sano

La filosofía budista asocia los celos al apego, a ese amor que se ha vuelto dependiente y que hace que digamos frases como "sin ti no soy nada" o "no puedo vivir sin ella". Lo que pasa es que muchas personas piensan que la única forma de que no haya control y posesión, es que no haya ningún tipo de compromiso ni atadura.

No tiene por qué ser así. Muchas personas eligen vivir en pareja o casarse, con fidelidad incluida, pero no necesariamente son celosas ni posesivas. Que no haya dependencia no significa que no exista ningún compromiso, igual que hay personas que viven en relaciones abiertas o poliamorosas incluso y pueden no sentir celos o inseguridades.

Los celos según la ciencia

Se llevó a cabo un estudio sobre los celos en la Universidad de Pisa, y se examinó a 250 jóvenes. La conclusión del experimento reveló que las personas celosas tenían unos niveles muy bajos de serotonina. Este neurotransmisor es muy importante para nuestro funcionamiento hormonal, porque se encarga de moderar emociones como la ira o la tristeza, y por eso se suele decir que la serotonina es clave para tener un buen estado de ánimo.

Nosotros no podemos controlar al cien por cien nuestros cambios de humor, sobre todo cuando hay razones químicas. Lo que pasa es que también la ciencia ha demostrado que nuestros pensamientos influyen en cómo nos sentimos, igual que tienen un papel importante la alimentación, la música que escuchamos y toda una serie de condicionantes que nos impulsan a estar más motivados o más tristes.

Por tanto, podemos poner remedio 'casero' al problema de los celos y la tristeza, pensando en positivo y alimentando nuestra vida con la compañía de personas alegres, dietas saludables y canciones que nos motiven. Sin embargo, hay veces en que el trabajo personal no es suficiente, y en ese caso es cuando se vuelve muy conveniente acudir a un profesional. Y no pasará nada porque aquí de lo que se trata es de sentirse bien, disfrutar bien y conseguir que nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos sean lo más saludables posibles.