"Me gustas cuando callas porque estás como ausente y me oyes desde lejos y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma
y te pareces a la palabra melancolía;
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio,
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa basta.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto"-
20 Poemas de amor y una canción desesperada Poema 15. Pablo Neruda
La verdad es que odio hablar de amor sobre todo porque cambio mucho de opinión al respecto. No soy de las que piensa que el amor es lo mejor que te puede pasar en la vida, e incluso, al contrario que Pablo Neruda, yo hubiera escrito 20 Canciones Desesperadas y un Poema de Amor. Si tuviera que hacer un comentario de texto de los de Selectividad sobre este poema no sabría decir si es un Poema de Amor o un Poema de Matrimonio de treinta años casados de esos que ya no hay. Lo que sin duda Pablo Neruda sabía mejor que nadie y serviría en ambos casos es que en el amor, lo más bonito que te puede pasar es la conexión, la complicidad, la cercanía, no las palabras.
El amor te cambia, en muchas cosas para bien y en muchas otras para mal. Lo que sí tengo bastante claro es que posee un peligroso poder especial que si dejas que te invada, te absorbe sacando lo mejor y lo peor de ti, y como todo en exceso, no puede ser bueno.
Lo que ya está demostrado es que enamorarse provoca cambios en el cerebro. Según publican en la revista Frontiers in Human Neuroscience, la persona enamorada tiene una mayor conectividad entre las regiones del cerebro asociadas con la recompensa, la motivación, la regulación de la emoción y la cognición social. Cuando tienes pareja tu vida cambia radicalmente, ya no piensas solo por ti, ahora los planes de los fines de semana se consultan, las noches son en compañía, el sexo está asegurado o no, viajas más eso sí que sí y los lunes ya no son tan lunes; pero los viernes, los viernes son súper viernes.
El amor te conecta el cerebro, te arranca el alma y te transforma la vida de tal manera que mueve las agujas que miden tu felicidad, y esto es mágico; la vida está hecha para consumirla enamorado. Adelante, enamórate, pero cuidado: el amor también te cambia cosas que no deberías cambiar. Que levante la mano quien no haya tenido a la amiga fiestera que cuando se empareja parece que jamás haya roto un plato. La que te da patadas por debajo de la mesa cuando se te ocurre contar una de sus hazañas delante de su nuevo novio.
Pues bien, en mi opinión, la clave, como en todo, está en balancear emociones: no te emborraches de amor porque recuerda que la resaca luego puede ser muy dura. El amor tiene que cambiarte, lo dice tu cerebro, no yo, pero recuerda que en tu cerebro hay mucho de racional, utilízalo. Admiro a esas parejas que consiguen mantener su porción de vida 'privada' a salvo una vez se encuentran. Las que mantienen de vez en cuando los jueves de póker, el sábado de 'solo chicas', los domingos de fútbol, las fiestas del pueblo y los mismos amigos cuando empiezas la relación que cuando quizás si pasara la terminas.
Música: Dexter Britain