Busco pareja para relación dramática y lo que surja

Hay gente a la que simplemente le gusta sufrir, en el fondo no quiere ser feliz, solo quiere encontrar una relación dramática y ya está.

Los seres humanos somos complicados en general, y cuando hablamos de relaciones, somos todavía más complicados en particular. La teoría está clara: una pareja debe hacerte feliz. Pero ¿y si lo que te mola es el drama? Un poquito de tragedia griega aderezada con giro de guión de Hollywood para darle salsa a la vida de pareja, de 'follamigo', de amor imposible o de vete a saber tú. Porque cuando se trata de pasarlo mal en el plano emocional, la lista de tramas es infinita. He aquí unos cuantos ejemplos del drama sentimental moderno.

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1 . Tú a Londres y yo a California

Todo un clásico. Con el aumento de la movilidad geográfica, las relaciones a distancia se han disparado más que los casos de corrupción en España. El Skype, los fines de semana -o las vacaciones- y la fe ciega son los tres pilares que las sustentan. Como uno falle, la cosa comienza a hacer aguas. Todo un sin vivir.

Sin embargo, existen los adictos a este tipo de relaciones. Para ellos, la espera aumenta el deseo y las ganas de ver a la persona en cuestión; tanto, que hasta te compras un rotulador rojo de punta gorda para tachar los días en el calendario. ¿Qué pasa cuándo por fin pueden reunirse en la misma ciudad y compartir su vida plenamente? Que se aburren. La chispa del reencuentro se pierde y la rutina los mata.

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2. El perro del hortelano

Que ni come ni deja comer. Eso si tienes suerte de ser  'el perro'. Porque como seas el pobre hortelano que quiere recoger los tomates, lo tienes jodido. Entonces, eres de esa gente que se engancha a relaciones donde sólo le dan los restos a la espera de que algún día le dejen tener todo el pastel, aunque es muy probable que eso no suceda nunca. Estás a la merced de los deseos y apetencias del otro, que no sabe para qué te quiere o si te quiere, directamente.

El problema es que el día que se te acabe la paciencia y te vayas a buscar los tomates a un huerto más user-friendly, el 'perrillo' en cuestión saldrá de su atolondramiento y reclamará con sonoros ladridos aquello que le pertenece: tú. Y vuelta a empezar.


3. Platón haciendo de las suyas

Ay los amores platónicos, normalmente vinculados a la adolescencia y al despertar emocional. Pues no. No tiene por qué. Pueden darte cuando ya estás crecidito, y pueden dar bien fuerte. Si eras de las -o los- que estaba enamorada, de verdad, de Leonardo Dicaprio cuando tenías 12 años, es probable que ahora tengas tendencia a repetir patrón, por ejemplo, con tu mejor amigo. Sí, el que tiene novia de toda la vida, o peor, es gay.  Los amores imposibles se presentan en multitud de formas y colores.

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Estos amores, aparentemente inocuos, pueden ser muy peligrosos. Focalizan toda tu atención en esa persona y, aunque no lo parezca, reducen tu amplitud de miras a 0 grados Kelvin. Es posible que, obnubilado como estás, dejes pasar a ese alguien que podría rescatarte del drama en el que vives sin apenas darte cuenta. Pero es que no quieres ser rescatado.


4. Amores líquidos

El concepto del 'amor líquido' fue creado por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman y desarrollado en su obra homónima Amor Líquido allá por 2003. Hace referencia, en palabras llanas, al 'yo no quiero nada serio', la frase estrella de las relaciones del siglo XXI. Los traumas que cargamos en la mochila hacen que algunas personas sientan la incapacidad de comprometerse. Puede que tengas la mala suerte de que, cada vez que te mola alguien en serio, te estampen la frase en todos los morros, antes incluso de darse la oportunidad de conoceros y ver si, efectivamente, no quieren nada serio.

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Estos amores líquidos dan como resultados esas 'parejas' sin etiquetas y sin compromiso donde nadie se entera de qué va el asunto. Porque mientras tú puedes estar pensando en presentarle a tus padres, él o ella puede estar liado o liada con dos personas más, y tú sin enterarte. Sin reglas del juego a las que acogerte, no hay posibilidad de reclamación. Sólo queda una vía de escape: hartarte y terminar el juego.


5. El legado de Bram Stoker

Las relaciones vampíricas. Sin saberlo, el creador de Drácula le puso nombre a ese tipo de relaciones donde uno 'le chupa la sangre' al otro hasta dejarlo seco. Estas parejas tienen una relación de desigualdad donde una persona termina siendo anulada por influencia del otro cuando el amor, supuestamente, debería sacar lo mejor de nosotros y engrandecernos. Se produce la dominancia de una de las partes que, junto a la baja autoestima de la otra, forman el cóctel explosivo. El caso de los vampirizados es probablemente el más grave, porque se vuelven adictos a la sumisión y modifican su personalidad para agradar a su Drácula particular sin darse cuenta de que están siendo convertidos.


6. Los tóxicos

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Los dos componentes de estas relaciones funcionan como un agujero negro que absorbe la energía del otro a la vez que la revoluciona. Se pelean pero se desean. No se entienden pero se quieren. Es el 'ni contigo ni sin ti' de toda la vida. Los celos patológicos o la discrepancia respecto a cosas básicas de la vida suelen ser los causantes de esta 'insalubridad parejil'. Sin embargo, es muy probable que haya una gran química sexual y una pasión exacerbada que los enganche a este tipo de relación, que se puede alargar eternamente hasta acabar con los dos.