Crédito de la Imagen: Eylül Aslan
Esta carta es para ti que has decidido que no mereces más. A ti, que te has resignado a creer que no vales más que los que otros te dicen. A ti, que tienes miedo a estar solo, que estás en una relación que te hace daño, compartes una vida que podría ser la de cualquiera y que no te tiene a ti como protagonista. Porque has decidido que las emociones no son iguales, que no merece la pena luchar por lo mismo en cada lado, construir un futuro que sea tan tuyo como de la otra persona.
Tienes una relación y sabes que no te quiere. Sí, lo sabes. Sabes que no eres para el otro más de lo que es la soledad una tarde de domingo invernal. Que podría tener otros cuerpos, otras conversaciones, otros ojos a los que mirar que le llenaran tanto como los tuyos. Sabes que probablemente los tendrá.
Pero sigues ahí, aferrado al miedo a enfrentarte a ti mismo. Anclado en la idea de que esa persona merece la pena, que lo vuestro la merece, que ella es más de lo que tú podrías esperar. Continúas ahí parado, anhelando ser tratado y querido como trata y quiere quien ama. Y lo aceptas. Aceptas que no vales más.
Y estás equivocado. No puedes, de hecho, haber errado más en tu vida. Levántate, mírate al espejo. Disfruta esas marcas que te salen al sonreír. Son preciosas y tú vales infinitamente más que un ninguneo; infinitamente más que un entretenimiento. Tú no eres un juguete para pasar el rato.
Tú mereces que alguien sienta que el mundo se abre bajo sus pies cuando le abrazas. Mereces que te susurren al oído lo maravilloso que eres, lo especial en que conviertes el mundo, el contraste perfecto que tu pelo forma con tu piel. Tú mereces ser el primer plan en la agenda. Mereces la preocupación de los demás, que busquen tus sonrisas, que antepongan tus sentimientos. Mereces que te quieran.
Por eso esta carta va para ti. Para ti que temes el abismo de dejarlo. Para ti que sufres con sus desdenes. Para ti que esperas con angustia a que llegue el día en que todo habrá acabado. Ponte en pie y mira la vida de frente. Mírate a ti con honestidad y cariño. Atrévete a sentir lo especial que eres, la fuerza con la que eres capaz de entregarte, la manera ilimitadamente generosa que tienes de querer.
Y valóralo, quiérete todo lo que no te están queriendo. Aprecia tus virtudes, tolera tus imperfecciones, ríete de los errores, llora de emoción. Cree en ti y no permitas ser el comodín desechable en la vida de cualquiera. Mereces ser su prioridad. Atrévete a quererte.