Cómo Dejar A Alguien Y No Morir En El Intento

Me voy, me voy para poder dejarte ir. "No eres tú, soy yo", o como lo quieras decir, pero será lo mejor. 

Me voy, me voy para poder dejarte ir. "No eres tú, soy yo", o como lo quieras decir, pero será lo mejor. Sé que hemos vivido intensamente y de la forma adecuada cada uno de los momentos compartidos. Me has dado tanto y he intentado ofrecerte todo de mí que no sabría por dónde empezar. Ni puedo, ni debo, ni quiero: los recuerdos siempre quedarán grabados y me alegro por lo vivido.

Me voy, y en mis ojos caen lágrimas de tristeza y alegría. De alegría porque nos irá bien, hay que saber decir adiós a tiempo y no estropearlo con mentiras, ni haciendo de lo nuestro un sinvivir. Las cosas de las que más nos arrepentimos en la vida suelen ir ligadas a una mala despedida, a no decir las palabras correctas o a no haber sido sinceros.

Por todo ello me alegro, porque sí, esto se ha acabado de la mejor manera, como en las buenas películas, esas que tienen un final bonito y las quieres volver a ver con la certeza de que no volverás a sufrir. Sé que tenemos el mejor guión de Hollywood y también los argumentos necesarios para que esto acabe bien.

Me voy, con lágrimas de tristeza porque lo que has aprendido ahora lo disfrutarán los demás, como si de toda la carta, el único plato que han retirado es el que lleva mi nombre. De todos los errores aprendidos, sé que seré el único que no verá el cambio, que no los volverás a cometer. Igual que supongo que tú tampoco sabrás todo lo que iré mejorando, cuando todo ha sido gracias a ti.

Me voy triste pero sabiendo que es lo mejor, que ahora toca hacer un stop and go, un reset sentimental. ¿Por qué el camino al amor es directo como una autopista de cuatro carriles y la vuelta al desamor es un sendero de tierra sin visibilidad? Supongo que porque es mejor así; al revés nadie lo intentaría, sería mucho más sencillo pero carecería de valor.

Me voy, porque sí, porque seguir así nos haría daño, y ni tú ni yo merecemos otro final que no sea algo bueno, ya que ni lo hemos querido ni lo hemos buscado. Me voy para hacerte aún mejor, para conocerme, para saber qué quiero ser y estar seguro de ello, para poder mejorar en lo que me faltaba, para poder decir que sí, que hemos hecho lo correcto y que no nos arrepentimos de nada, que todo esto tiene sentido, tantos sentidos como olfato, gusto, vista, oído y tacto. Ciertamente, con un número tan elevado de gente deambulando a nuestro alrededor va y a nosotros nos toca línea y bingo: realmente hemos sido unos afortunados de habernos podido conocer.

Me voy. Esta vez sin críticas, quejas, discusiones ni enfados que luego se arreglaban sin más pero que nos iban deteriorando. Esta vez es de verdad, no perdamos el tiempo; tempus fugit, sine die, carpe diem son latinismos que perduran desde hace más de dos mil años y aún nos siguen siendo útiles para expresar lo que sentimos. El tiempo corre, así que vívelo, no hay fecha marcada para la próxima parada.

Me voy, porque no sabíamos lo que nos pasaba, o como decía Ortega y Gasset: "Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa, por eso pasa lo que nos pasa". Ahora lo sabemos, no vamos a cargarnos esto, será mejor así: aprender de los errores, cambiarlos y volver para hacernos mejores.

Me voy ahora, pero volveré a su debido tiempo. El pasado ya está construido y el futuro está por construir, ambas palabras separadas por el ahora y por ahora, ya que es el único tiempo real que te permite actuar. Volveré, y lo haré victorioso, más fuerte y más estable. No te preocupes, sabrás cuando llegue, porque entraré con honores por un arco del triunfo dentro de tu corazón. Durante mi trayecto de ida y vuelta llevaré como insignia el recuerdo que tenemos, esos momentos que forman parte de nuestro mundo, ese mundo ideal que creamos en medio de tanta falta de valores.

Y sí, me voy, lo entiendo, te entiendo y me bajo en la siguiente parada de este tren sin rumbo alguno, aunque eso sí, permíteme llevarme esos momentos llenos de sentimientos: esa adrenalina comparable a un triple en el último segundo, un gol de chilena, un hole in one o una carambola ganadora en el billar.

Sé que no hemos hecho mal y no hay nada que reprochar, que vale más sufrir 100 años por lo perdido que no haberlo vivido nunca. Hay gente que no entiende el amor, que no se atreve a vivirlo o que se enorgullece de no haberlo sentido nunca. Pobres inocentes: "todo el mundo se cree que se ha enamorado alguna vez. Hasta que se enamora alguna vez", como decía Risto.

Volveré, y espero encontrarte de nuevo, volveré a amar al amor y espero que siga con tu cuerpo y tu nombre, porque el amor puede cambiar de individuo, pero mantiene el mismo sentimiento. Me voy, viaje de ida y vuelta, y esta vez podré afirmar aquello de veni vidi vici en esta batalla sentimental que se celebra en un ring con forma de corazón.

Por ahora, y como siempre, nos deseo lo mejor.