Los milenials somos un cóctel precioso lleno de contradicciones. Porque, aunque estamos hechos para aprovechar la vida con más milenials y menos presiones que ninguna otra generación anterior, también hemos sido educados para perseguir la perfección en todo cuanto hacemos. Y no, no lo decimos nosotros: una milenials publicada en la revista Psychological Bulletin ha descubierto que los jóvenes actuales somos más milenials que cualquiera de nuestros predecesores. Y, aunque tiene su lado positivo cuando hablamos de ámbitos laborales, artísticos o deportivos, puede convertirse en puro veneno cuando hablamos de relaciones sentimentales.
Por eso, y para que te lo tomes todo con un poquito más de calma, aquí cuatro formas en las que tu perfeccionismo podría destruirlas:
Te hace cuestionar tu vida sexual
Resulta absurdo tratar de medir la calidad de tus relaciones sexuales comparándolas con las que tienen otras personas, ya que según la terapeuta sexual y de pareja estadounidense, Holly Richmond, "simplemente no existe una cantidad perfecta de sexo, de tipo de sexo o de forma de tener relaciones sexuales". Por eso, tu obsesión por querer que el sexo sea siempre increíble y trascendental, por que mejore cada vez más y más, por preguntarte si es lo suficientemente bueno, puede transformarse rápidamente en una fuente de decepción que lentamente se extenderá al resto de la relación.
Daña tu imagen corporal
Para alguien muy perfeccionista, los pensamientos tipo "debería estar más delgada" o "debería ser mucho más musculoso" son bastante habituales. Esta inseguridad y falta de autoaceptación provocan una vergüenza y falta de naturalidad que acabará pasando factura al "obstaculizar el buen sexo y el estar presente en la relación", según explica Richmond. Y es que en lugar de retroalimentar esta sobrepreocupación por el físico, la terapeuta recomienda tener siempre presente que nuestra pareja "está encantado contigo, desnudo, en la cama y casi categóricamente despreocupado por esos defectos en los que tú estas atascado".
Produce discusiones tontas
Aquellas personas que buscan la perfección de manera incansable suelen ser también personas que valoran mucho la puntualidad, la planificación y los detalles. Por eso, cuando un perfeccionista convive en una relación con alguien más despreocupado, a menudo surgen conflictos sobre circunstancias insustanciales como la hora de llegada a un lugar. Esto puede acabar derivando, por desgaste y acumulación, en peleas mucho más trascendentales. Richmond recomienda dar un paso atrás, considerar la importancia real de la situación y elegir qué batallas merecen la pena y cuáles no.
Afectar a vuestra comunicación
"A menudo, cuando los perfeccionistas dicen o escuchan algo, toman cada palabra literalmente", explica esta terapeuta sexual de Los Ángeles. Esto puede generar malentendidos, mensajes mezclados y una frustración muy peligrosa a largo plazo, especialmente cuando la pareja es menos estricta con las palabras y toma las conversaciones con más relajación. Para evitarlo, es necesario entender desde el principio de la relación la manera en la que se expresa la otra persona y así poder leer sus palabras adecuadamente. Comunicarse acerca de la propia comunicación para arreglarlo todo. Eso sí, tampoco te obsesiones con una comunicación perfecta. Eso tampoco acabaría bien.