No es fácil crear un vínculo con alguien. Aunque seas uno de esos tipos extravertidos que conocen a decenas de personas nuevas a cada salida al bar de la esquina, seguro son pocos a los que llamas de amigos. Para llegar a eso hace falta un momento específico, uno de esos en los que tu intuición te dice que existe una conexión más profunda entre tú y la persona con quien estás hablando. El proceso puede ser bastante lento, ya que depende de qué tan rápido pasas a conocer a tu amigo potencial.
Hay los que aseguran que lo más garantizado es rodearte de personas con las que compartas los mismos gustos, pero la ciencia sugiere otra estrategia: si de verdad quieres hacer nuevos amigos, busca a los que odian lo mismo que tú. Es lo que dice un estudio de la Universidad de Oklahoma y Universidad de Texas en Austin titulado La química interpersonal a través de la negatividad. Los investigadores parten de una premisa establecida por el psicólogo austriaco La química interpersonal a través de la negatividad, que asume que las actitudes compartidas fomentan sentimientos positivos entre las personas.
Se trata de una especie de “equilibrio psicológico” que lleva a una posible amistad. Esa opinión compartida puede estar relacionada a sensaciones positivas o negativas con respecto a algo o a un tercero. Pero, a través de una serie de experimentos, estos científicos llegaron a la conclusión de que compartir una aversión funciona mucho mejor para promover la cercanía con alguien que compartir un gusto.
Puede parecer un poco feo, pero no es nada que no hayamos visto representado en películas como Chicas malas. Si piensas con cuidado, seguro tienes unos cuantos amigos que solo se convirtieron en personas verdaderamente cercanas cuando pasaron horas hablando con pasión sobre un odio compartido. Hay un gran placer en identificar un poco de ti en otra persona y, cuando es un lado negativo de tu personalidad, el placer se multiplica, ya que sabes a ciencia cierta que no tienes la necesidad incómoda de hacerte pasar por buena gente cerca de tu nuevo amigo.
De hecho, el estudio señala el importante papel que tiene en el proceso de construcción de una relación el famoso acto de compartir chismes, por peor visto que sea. Según los investigadores, el chisme es un mecanismo a través del cual las personas aprenden acerca de las actitudes positivas y negativas que comparten con los demás. Además, al contar información personal sobre otras personas, se comunica al oyente que se confía en él, ayudando así a reforzar los lazos sociales.
Al fin y al cabo, el mensaje que los científicos quieren transmitir es que durante toda la vida hemos subestimado el gran poder de las actitudes negativas compartidas, dando prioridad a la creencia popular de que tienes que rodearte de gente con gustos iguales a los tuyos. “Aunque las actitudes positivas compartidas son realmente importantes en la promoción de la amistad, parece haber algo especialmente delicioso en el proceso de compartir nuestras quejas sobre otras personas”, concluye el estudio.
Todavía hay tiempo para olvidar esa idea anticuada y buscar amigos con los que puedas compartir tus odios. En el campo de las relaciones románticas, la tecnología ya está siguiendo esa nueva tendencia: la nueva aplicación de moda es Hater, una especie de Tinder que conecta personas con odios en común. Parece la manera perfecta de acabar con ese cuento tan aburrido de encontrar tu media naranja.
Crédito de la imagen: Sergey Kostromin