"Vaya, ¿has tenido una mala experiencia? Qué raro, a mí siempre me ha ido estupendo". Los viajes en BlaBlaCar son una auténtica lotería. Mi primer trayecto, de seis horazas, fue maravilloso, tanto, que acabamos jugando a la patata caliente uno de los chavales se trajo las tarjetas preparadas de casa y compartiendo chuches. Todo muy happy. Ninguno de mis viajes posteriores han sido así. Cómo serán tus compañeros de asiento es una incognita a la que te enfrentas sin remedio una vez que reservas tu hueco.
¿Vuestras madres también andaban acojonadas al principio? A la mía le venía a la cabeza de todo en cuanto le decía que iba en coche compartido. La noticia de que la Guardia Civil había pillado a un fugitivo mientras llevaba en el coche a dos chavales de BlaBlaCar contribuyó notablemente a calmarla. Reúno aquí algunas historias que sólo se dan en un coche lleno de desconocidos, para demostrar que pueden pasar muchas cosas, pero que nadie ha muerto por ir en uno.
Forocochero, "Llevo material en el maletero, no sé que me puedo encontrar en blablacar"
"Iba desde mi pueblo a Granada, tenía que ir al pueblo de al lado a recoger una pareja y ya coger la autovía desde allí. De camino a ese pueblo, me encuentro con un control de la Guardia Civil, a mí no me pararon así que seguí hacia el pueblo donde me esperaban. Llegué y había una chica, aparentemente normal y amable, y su novio, o el chico que estaba con ella, que tenía pinta de yonki. Se subieron, guardaron maletas todo normal, hasta que el tío empieza a hablar que si de peleas, que si el otro día la policía que lo había perseguido...
Yo, para enganchar la autovía hasta Granada, tenía que volver a pasar por el control, y claro, viendo al tío ese, le dije que la Guardia Civil estaba parando y que si llevaban algo encima, lo tiraran. A lo que él respondió: "¡¡¡¡Hostiaaaaaa!!!! ¡Para! ¡Párate ahí en el arcén, que llevo material en el maletero! Yo me paré en mitad de una carretera nacional y el tío cogió sus cosas para tirarlas en caso de que nos parasen. Después, me dijo: "Joder es que he estado preso cuatro años por unas movidas y llevo marihuana para pasar el finde en Granada y como me pillen con todo lo que llevo voy para adentro otra vez".
Andrea, 'Una resaca mortal'
"Íbamos cinco a Valencia el chaval que conducía, dos extranjeras, una joven y yo. Esta chica llegó bastante tarde y como empanada. Vamos, que se notaba que dos horas antes seguía de fiesta. Nos dijo que tenía el estómago revuelto, así que le preguntamos si estaba segura de querer meterse en un coche cuatro horas, a lo que dijo que sí. Las guiris no paraban de hacer comentarios por lo bajini todo el rato, eran bastante maleducadas. A las hora de viaje, más o menos, ya tuvimos que parar porque la resacosa necesitaba ir al baño. Estuvo ahí un buen rato y creíamos que ya se encontraba mejor. Pero cuando reanudamos el viaje se empezó a sentir fatal y no pudo aguantar. Asomó su cabeza por la ventanilla y empezó a vomitar sin control. Como íbamos a cierta velocidad, su potada empezó a repartirse por todas partes, incluso a mí, que iba de copiloto, me salpicó. Fue mi último Blablacar".
Celia, 'La que viaja con cuchillo'
Yo cada vez que tengo un viaje Blablacar, segundo antes de subir al coche pienso, ¿y si esta es mi´última vez? Yo que sé, me enfrento a desconocidos, no sé quiénes son, quién conduce, qué clase de gente habrá sentada dentro. Por eso, desde hace unos meses, antes de salir de casa vigilo mi bolso y me pregunto: ¿Llaves? Ok. ¿Móvil? Ok. ¿Maleta? Ok. ¿Cuchillo? Ok también. Lo cojo de la cocina, de punta redonda, que en caso de que tenga que defenderme, sacar el mismo cuchillo con el que me extiendo el Philadelphia, pues mucho impacto no causa, pero yo me siento más tranquila. Yo creía que nadie nunca me descubriría, pero un día sin querer lo saqué y la chica de mi lado me preguntó: "¿de verdad eso que llevas es un cuchillo?". Yo me quedé blanca, pero entendí su cara de terror. Al fin y al cabo, después de subirme al coche siempre me doy cuenta de que la gente es normal, y que la anormal soy yo. Entonces me analizo y entiendo cosas sobre mí. Y la respuesta es siempre la misma: estás loca. Pero el cuchillo nunca me lo dejo. Adjunto foto:
Natalye, 'Viajé con una mierda al lado'
Cuando me subí al coche y vi una mierda de Whatsapp gigante dentro no me lo podía creer. Pensaba que el conductor me diría algo en algún momento, tal vez tirarla por respeto o guardarla en el maletero para que yo fuera más cómoda. Pero qué va. Él mantuvo su mierda ahí durante cuatro horas en un trayecto Barcelona - Valencia porque se la habían regalado en un congreso ¿en qué clase de congreso regalan globos de mierda?. A mi me tocó ir de un lado a otro del coche apartando esa enorme caca para que no me diera en la cara. Fue un viaje distraído y el conductor bastante agradable. Pero no le perdonaré nunca lo de esa mierda.