Pasé 24 horas en la ‘deep web’ y casi acabo contratando a un sicario

Entramos durante un día en el 'internet profundo' para descubrir lo que realmente tiene que​​​​​​​ ofrecernos

Hace unos años el mundo descubría la 'deep web' y la autodenominada 'internet profunda' salía, por fin, a la superficie. Los telediarios esos programas presentados por personas con corbata que se dedican a asustar a viejecitas y demás medios tradicionales lo presentaban como ‘el Bronx de la red’, un lugar peligrosísimo donde se podía comprar y vender cualquier cosa sin importar la legalidad.  El caso es que, más allá de la publicidad de supermercado de armas nucleares que suelen vendernos, yo mismo estuve investigando sus profundidades, me entrevisté con algunos responsables del Instituto Nacional de Ciberinteligencia deep web y hasta hablé con algún que otro hacker para acabar dándome un par de vueltas por las calles digitales de la droga y la prostitución. Vamos que practiqué ‘turismo’ en la deep web y aquí sigo. 

Tres años más tarde, vuelvo a la deep web dispuesto a pasarme 24 horas delante de la pantalla buscando todo tipo de sordideces. Tras hacer acopio de comida, bebida y cigarrillos para sobrevivir durante todo un día sin salir de casa —además de avisar a mi familia para que llamen a la policía si no saben de mí pasado ese tiempo— me siento frente al ordenador y arranco el navegador Tor, puerta de entrada a las entrañas de Internet. Sin entrar en tecnicismos de friki informático, se trata de un protocolo de comunicación distinto al habitual que convierte nuestro terminal —se puede acceder incluso desde el móvil— en un nodo. La conexión salta de nodo a nodo, haciendo que sea muy difícil, pero no imposible, seguir el rastro del internauta por las webs que ha visitado. Para ti y para mí, es como el Firefox pero con el icono de una cebolla en lugar del zorro de fuego.

En la deep web, como cuando visitas al camello o te cuelas en una party privada, lo más importante mantener las apariencias. De ahí que se utilicen estos canales más seguros que no dejen tu identidad expuesta a quien sabe qué. Los enlaces aquí son cadenas aleatorias de cifras y letras, y las webs son extremadamente sencillas, sin diseño, sin animaciones, solo el contenido. Me recuerda bastante al internet de los 90, cuando todo era campo. Ah, y es muy lento. Condenadamente lento. Estoy ya poniéndome el segundo café y todavía no ha terminado de cargar la primera página que he decidido visitar.

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Esta, por cierto, es thehiddenwiki. El punto de partida para todo turista de la deep webVisualmente se parece bastante a Wikipedia, y ofrece un listado a cascoporro de enlaces, agrupados por temáticas: que si armas, que si pornografía, que si pasaportes, que si tarjetas de crédito falsificadas… voy haciendo click y derivando de uno a otro. De los primeros lugares por los que paso es 'CebollaChan', el deep-foro más importante en español. Me gusta ver que el post más reciente es uno en el que denuncian a un presunto pederasta, aunque me asusta que esto no sea más que un nido de troles existe una versión de forocoches en la deep web llamada torocoches.

Me doy una vuelta por ahí, consultando un poco lo que hace y dice la gente. Hay poca actividad, la verdad, y la mayoría de los hilos tienen varios años desde el último post. Vuelvo a la casilla de inicio, thehiddenwiki, y sigo dejándome llevar, haciendo click un poco por aquí, y un poco por allá.  La mayoría de direcciones no me llevan a ninguna parte; otras parecen tan falsas que cierro la pestaña nada más abrirla. Otras dan exactamente lo que prometen. "¿Estás viendo porno con luchadores de sumo?, me pregunta Leti, mi pareja, que me mira con cara extraña. Ni si quiera me había dado cuenta de que ella estaba aquí. Estoy demasiado impactado por lo que veo.

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Cuando me quiero dar cuenta llevo como unas tres horas, cinco cafés y medio paquetillo de tabaco naufragando por la deep web. Se me han pasado volando —aunque por momentos he estado a punto de lanzar el teclado por la ventana de lo lento que carga— pero todavía no he hecho nada especialmente arriesgado o delictivo. He visto armas y drogas y porno, sí, pero todas parecen un timo. Tampoco me he encontrado con el traficante malote que comercia con toneladas de coca o el vendedor de armas de Chechenia que me prometían las leyendas urbanas.  "Contrata a un sicario para que nos mate", me propone Leti. "¿Segura?", le pregunto, realmente sabiendo de sobra la respuesta. Nos ponemos los dos frente a la pantalla, a buscar un buen asesino a sueldo. Pero que salga baratito, eh.

Internet, pero aburrido

De link en link, nos vamos olvidando de para qué habíamos venido —me parece que queríamos contratar a alguien para matarnos— y acabamos entrando en foros de escatología a ver gente comiendo caca y del sicario del cártel de Medellín nada de nada. Demasiado aburrido como para dedicarle más de 20 minutos con todo lo que hay por aquí. Creo que de ahí pasamos a ver porno árabe, con mujeres desnudas de cintura para abajo y hijab esto parece topless al revés, y luego saltamos a consultar cuanto vale una pistola en el mercado negro 600 euros para ser exactos. Por el camino nos encontramos con mucha piratería de la buena: enlaces de descarga de libros, películas, estudios científicos con esto paso un buen rato por lo difíciles que son de encontrar en la internet 'superficial', videojuegos, música encuentro alguna radio online bastante buena.

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Tras pasar medio día en el inframundo digital, me despego unos minutos de la pantalla, para calentarme unas noodles en el microondas, abrirme una cerveza y reflexionar sobre estos supuestos bajos fondos de la red. Al final concluyo que la deep web es un coñazo. Me lo pareció entonces, cuando la descubrí por primera vez, y me lo sigue pareciendo ahora. Esto no es para mileniales, esto es para puretas de internet que buscan alguna curiosidad estrambótica para comentarlo luego en el bar. O gente tan desesperada por pillar droga que no le importe si le timan. O enfermos mentales buscando fetichismos innombrables. O tal vez para verdaderos gangster, quien sabe. 

Yo, en mi corta visita, me he encontrado con un mercado negro de esqueletos de animales en peligro de extinción y he visto un vídeo de cómo decapitaban a una prostituta anoréxica y posiblemente menor de edad. Hace tres años y por el bien del reportaje, compré un gramo de metanfetamina -carísima- que supuestamente me llegaría por carta. Incluso hice todo el pariré de abrirme una cuenta de email encriptada, y convertí mis euros en bitcoins, dos requisitos indispensables en los black markets. Aún sigo esperando, la droga o una visita de la policía.

¿Qué sentido tiene el anonimato en un mundo donde lo cada vez es más importante nuestra personalidad? Pasamos gran parte de nuestro ocio digital en redes sociales, compartiendo contenido que nos estimula, nos ayuda o nos divierte. La deep web es todo lo contrario, un lugar sombrío lleno de conspiraciones, estafadores y mentiras. ¿De verdad quiero seguir leyendo sobre cómo el gobierno americano lleva años escondiéndonos la verdad sobre los alienigenas? Me hago esta pregunta mientras me doy cuenta que empieza a anochecer. Doy un trago de redbull y otro de cerveza para quitar el mal sabor y, por supuesto, hago click para seguir leyendo otra teoría paranoica más, y así me paso la noche, hasta que caigo rendido sobre el teclado y mis ojos enrojecidos se cierran. No pienso volver a entrar a este sitio en mi vida.