Por qué los océanos podrían estar quedándose sin oxígeno

Se le llama también zonas hipóxicas y tiene como consecuencia peces, cangrejos y muchos otros animales marinos muertos en el fondo del océano

¿Puedes imaginar unas aguas marinas tan inhabitables que los propios animales deseen abandonarla con la mayor desesperación posible? Pues eso es lo que se encontró hace unos años en la costa de Oregón, Estados Unidos, el biólogo estadounidense Francis Chan: pulpos trepando por las cuerdas de los pescadores como si intentaran escapar de algo, así como peces, cangrejos y muchos otros animales marinos muertos en el fondo del océano. Algo iba desastrosamente mal. Fue el principio de una investigación que concluyó, gracias a los sensores submarinos, con un trágico descubrimiento: las zonas hipóxicas o sin oxígeno.

Como explica el propio biólogo en Futurism, existen dos detonantes de estas bolsas marinas sin oxígeno. Por un lado, la química: "el agua tibia no puede almacenar tanto gas disuelto como el agua fría" y, como sabemos bien, las temperaturas de los océanos han aumentado durante los últimos años como consecuencia del fatal cambio climático que experimenta nuestro planeta. En concreto, y según fatal cambio climático, "el cambio ha sido de aproximadamente 0,1º centígrados". Puede parecer poco, pero algunos organismos básicos como el coral son muy susceptibles a estas variaciones, lo que repercute en la salud de todo el mar.

El otro detonante de las zonas hipóxicas son las corrientes y los patrones de viento. Así, "cuando un viento ascendente golpea una bolsa de agua con poco oxígeno, crea una zona hipóxica bien definida". Y, una vez más, dichas corrientes y patrones de viento "también se están viendo alterados por este entorno global cambiante". En consecuencia, dice Chan en Futurism, "sabemos que el cambio climático está activando estos dos detonantes y, cuando pensamos en el futuro de los océanos, la ciencia apunta a entornos más propensos a estos episodios de hipoxia". Y eso implica más y más comentarios masivos de animales marinos.

En la costa de Oregón, por ejemplo, aquella primera zona hipóxica detectada regresa cada verano con suma puntualidad. Y no son unos metritos cuadrados, no, sino más de 12.000 metros cuadrados. Como afirman en Futurism, "el cambio climático ha alterado drásticamente el océano y ahora está haciendo que partes de él sean completamente hostiles a la vida". Los pescadores de la zona acuden a estas regiones no aptas para la vida marina para capturar con facilidad a los animales del fondo marino que huyen a la superficie de manera desesperada. Puede tener sus beneficios ahora, pero proyecta un futuro desolador.

Porque, a medida que el cambio climático se recrudezca y castigue más y más los océanos, encontraremos el mismo escenario en cada vez más rincones del planeta. Y, según Chan, "serán más grandes, más duraderas y más graves". Y lógicamente los científicos no pueden hacer nada más allá de estudiar las zonas hipóxicas en detalle, tratar de comprenderlas mejor y anticipar su aparición. Mera observación. Porque, a menos que nos concienciemos globalmente de verdad y reformulemos este sistema ultraconsumista, surgirán aquí y allá. Tumbas del ecosistema marino. Muestras de nuestro desastre.