El museo del Palais de Tokyo de París se describe a sí mismo como un lugar dinámico para los artistas del siglo XXI. Es el mayor centro de creación artística contemporánea en toda Europa. Un espacio donde se fomenta la rebeldía, estableciendo así su fama de museo 'anti tradicional' en permanente transformación. El pasado 5 de mayo la modernidad de la institución parisina quedó confirmada: el centro abrió sus puertas a nudistas por primera vez en su historia desde que se inauguró en 2002.
La Visite Naturiste del Palais de Tokyo fue organizada con la colaboración de la Asociación Naturista de París ANP. La entidad es una organización comunitaria con sede en la capital francesa con más de 3.218 seguidores en Facebook y 88.000 miembros. De hecho, las actividades nudistas están disfrutando de un renacer gracias a la asociación y un claro ejemplo de ello es que, si te lo propones, podrás experimentar la primera visita a un museo sin ropa.

A pesar de que cuando colgó el evento en su página de Facebook la ANP solamente esperaba una afluencia de entre 100 y 200 personas, rápidamente la publicación alcanzó los 27.000 interesados y la participación de 3.879 seguidores, cosa que sobrepasó todas las expectativas de los dirigentes del museo y marcó el terreno del avance en la iniciativa naturista.
Cuando llegó el día de la visita, las 161 personas de todas las edades que habían conseguido una de las preciadas entradas para el evento se presentaron en la puerta del museo a las 10 de la mañana. Los visitantes se quitaron la ropa para visitar la exposición Discordia, hija de la noche, del artista franco-argelino Neïl Beloufa. Sin embargo, a medida que avanzaba la jornada, muchos se preguntaron por qué hacía tanto frío allí dentro. Irónicamente, resulta que lo más incómodo de visitar un museo desnudo no es lo 'expuesto' que uno se siente sino la temperatura de la sala de exposición. Una nimiedad si se compara con la riqueza de la experiencia.
Una de las guías turísticos de la visita, la señora Buchloh-Kollerbohm, declaró ante los redactores del New York Times: "Espero que la experiencia de dejar sus ropas en la entrada ayudará a dejar también parte de su identidad y experimentar la exposición de una forma más abierta". Precisamente, para los creadores de la exposición, es la conexión que se crea entre el cuerpo desnudo del espectador y la obra de arte que tiene enfrente lo que potencia una reflexión más profunda. Prueba de ello es que una de las visitantes dijo que estar desnuda le había permitido "tener una interacción más 'íntima' con el arte".

De igual manera, los organizadores apuntaron que los resultados de la exhibición reafirmaron su creencia de que la desnudez representa un gran ecualizador social y político. El cuerpo despojado nos devuelve a nuestro estado natural, donde no existe la posibilidad de diferenciar cuánto dinero tenemos, de dónde venimos o en qué creemos. Aunque hoy día todavía hayan muchos que vean el nudismo como algo sucio, esta exposición demuestra que la desnudez debería verse como lo que es en realidad: el estado puro del hombre que le da la oportunidad de olvidar las superficialidades como la ropa o las joyas para poder centrarse por completo en su unión con la naturaleza o el arte.