Momentos En Los Que Somos Nuestro Peor Enemigo

Todos tenemos un Pepito Grillo en nuestro interior; pero lo que tienen los grillos es que se pueden espachurrar de un manotazo. ¡No seas tu propio enemigo!

Todos tenemos un Pepito Grillo en nuestro interior que nos susurra: no hagas eso, no hables ahora, no le llames... Pero lo que tienen los grillos es que se pueden espachurrar de un manotazo. Nosotros lo que necesitaríamos más bien sería un Pepito Tigre de Bengala. Y es que hay instantes en los que nos encantaría tener una máquina del tiempo para viajar al pasado y sacudir a aquel yo enemigo que tomó esas decisiones y nos trajo hasta donde estamos:

1. Solo una birra más y me voy a casa...

Tienes una entrevista de trabajo, una reunión, tu primer discurso como presidente de la nación. Algo malditamente importantísimo para lo que necesitas estar despierto y atento. Pero lo espantas, y te dices que por una birra más no va a cambiar nada. Pero, por supuesto, lo cambia todo. Te lías, te lías... te liaste. Resaca. Boca pastosa, la cabeza como un bombo, los ojos dolorosamente rojos. Te juras que nunca más lo volverás a hacer, pero la verdad es que incluso en esa situación, pedazo de sinvergüenza, aún eres capaz de mentirte a ti mismo.


 2. Solo van 17 mensajes sin respuesta, por otro más...

Tus amigos ya no saben cómo decírtelo porque es una cosa chunga de decir. Pero ese/esa pasa de ti  y no se merece toda la atención que le estás dedicando. De hecho, es contraproducente. Pero es raro cómo vemos tan claramente estas cosas desde fuera, y sin embargo lo gilipollas que nos volvemos cuando nos toca en carne propia. No lo podemos evitar. Nos buscamos cualquier excusa estúpida y volvemos a llamar. Al otro lado da tono, pero tono de humillación.


 3. Antes de estudiar, voy a subrayarlo todo... y aquí pinto un monigote

Pinto un monigote, miro el Facebook por cuarta vez en cinco minutos, organizo un poco el escritorio que lo tengo hecho un desastre, miro el gotelé de la pared. Creo que me voy a duchar. Sí, y me lavo el pelo, y me pongo la mascarilla. Me pinto las uñas. Pico algo de la nevera. Un yogurt, un bocadillo, un estofado de cordero y 7 mandarinas. Me pego las pegatinas de las mandarinas en las uñas. Me fastidio el esmalte recién pintado. Me lo quito. Miro Facebook otra vez y escribo: Tarde dura de estudio. 12 likes y un comentario con emoticono de cara triste.


4. Un café con sacarina... y ese bollo de mantequilla, por favor

Te has apuntado al gimnasio, llevas una dieta seria y has empezado a perder algo de peso. Enhorabuena. Pero te recordamos que por mucha sacarina, leche desnatada y alimentos sin gluten que tomes, si sigues metiéndote bollos en tus momentos de ansiedad no avanzaras nada. Y no, la pizza vegetariana no es de dieta.


5. Hoy invito yo

¿Por qué? Solo explícanos por qué. Sabemos que muchas veces lo haces por quedar bien, pero con la esperanza secreta de que alguien te prohíba pagar en el último minuto. Ya sabemos que te gusta el riesgo, pero por favor, no vivas tanto a limite. O esas otras veces, cuando llevas ya unas cuantas copas encima y tienes la generosidad subida. Solo nos queda recomendarte que mañana también te metas un par de chupitos antes de mirar el extracto de la tarjeta.


 

Crédito de imagen: Alberto Polo