Hace muy poquito el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas trasladó a España su preocupación por la falta de reconocimiento de las identidades no binarias en nuestro territorio. Y tiene toda la razón del mundo. Pese a que vamos de muy modernos, el marco burocrático español no contempla la posibilidad de que te sientas ajena a la clásica dicotomía mujer-hombre. De hecho, y como cuentan los periodistas Juan José Mateo y Lucía Franco en un reportaje para El País, la Junta Electoral Central acaba de publicar en el BOE su decisión de que la gente tenga que elegir entre hombre o mujer a la hora de presentarse a unas elecciones.
No ofrecen ninguna otra alternativa.La declaración concreta, que es una respuesta a una petición de Izquierda Unida, es la siguiente: “Las candidaturas electorales deben incluir junto al nombre y apellido de los candidatos y candidatas la referencia, que coincidirá con la expresada en el DNI, a si se trata de un hombre o una mujer, sin que quepa sustituirla por ninguna otra mención relativa a la orientación sexual, identidad sexual o expresión de género”. O, dicho con otras palabras, si una persona no binaria quiere presentarse a unas elecciones en el territorio español debe contradecir cómo se siente y declararse hombre o mujer ante la ciudadanía.
Y eso es doloroso. Puede que mucha gente no lo entienda, porque todavía hoy hay mucha gente que no comprende que algunas personas no se sientan ni hombre ni mujer, pero es que nunca ha sido cuestión de entenderlo: es cuestión de respetarlo. De interiorizar que no lo sabes todo. Que tu perspectiva de la realidad es muy limitada. Y que está bien dejar que la gente se presente como quiera. Porque imagínate tú, ser una persona no binaria, lo cual ya representa una idea y una postura ideológica, y tener que renunciar a ella para poder participar en la vida política. Querer formar parte de un cambio positivo te hace pasar por una fea contradicción.
Ambos periodistas lo recogen perfectamente a través del testimonio de Darko, un activista de 37 años, quien reconoce que “esto afecta mucho a la salud mental de las personas no binarias y hace que muchas veces no queremos acceder a ciertos espacios, en concreto a la política institucional, precisamente, por miedo a sufrir violencia”. Y es que la violencia no es solo física o verbal. También se produce cuando alguien se niega a reconocerte en base a sus prejuicios. Es como un ataque a tu identidad. A tu ser. Y eso debe cambiar en España como ya está cambiando en muchos otros lugares del mundo. Es hora de dar otro pasito hacia delante.
