Si te dicen de ir a la fiesta del polvazo, puede que para nada sea lo que estás pensado. Que no digo yo que no vayas a tener suerte, pero en esta, lo del polvo viene por otro tema. Imagínate un sinfín de jóvenes -descamisados muchos y animadísimos todos- mayormente extranjeros y de fiesta a todo meter. De repente, y entre todos, apocalíptica cuenta atrás. Microsegundos antes del cero, ves tu vida y la de los demás ralentizada como en un timelapse, pero a base de explosiones pulverulentas de múltiples colores. Mal que te pese, sonríe. Esto es la Holi Party.
Alguien viene hacia ti y te hace reventar, en la misma face, algo cuya composición harinosa desconoces, pero que -de color muy fucsia- notas quedarse bien pegado al sudor de tu piel. Tu peinado, un caos tremebundo. Pero relájate, eso da igual. Nadie puede verte. Ahora entiendes el por qué del estilismo de todos. Chanclas, shorts, camis de tiros, gorras y mucha gafa de sol. Con rabia te preguntas qué diantres fue lo que te hizo venir así, sin ninguna preparación para todo esto.
Por un momento crees perder la vida con toda esa cosa haciéndote bola hasta en la propia tráquea, pero que no cunda el pánico. Aunque los originarios se hacen con raíces secas de cúrcuma y otros tubérculos, los polvos coloreados de hoy no son más que harina de maíz o sémola de arroz tintada con colorante alimenticio -ideíta traída de Asia- que, aunque engorde, mueras por celíaca o estés recogiendo restos durante -mínimo- los próximos seis años, la cosa sale con agua y dándole muy fuerte.
Como para fiesta no hay excusas, Holi es la tradicionalmente celebrada party que todas las primaveras ocurre en muchísimas partes de India, Nepal, Sri Lanka y Malasia. También en regiones donde el hinduismo forma comunidad –Guyana, Trinidad y Tobago, Sudáfrica o Reino Unido- y desde hace poco tiempo, y sin connotaciones religiosas, en Norteamérica y Europa. En estos últimos, pues por la pura fiesta.
Por eso, es probable que te veas en uno de estos eventos que hacen al refrán ‘Hagas lo que hagas, ponte siempre bragas’ necesitar un ‘…y cógete una muda’. Porque, aunque uno sepa bien las pintas con las que llega al sitio, el cuadro que haces al final es pero que muy impredecible.
Imagínate como una de esas pinturas abstractas en la que los óleos explotaron al azar. Sin orden ni concierto, pero en movimiento. El caos hecho vida. Un galimatías. La mismísima incertidumbre personificada. No, no le des más vueltas. En este circo, da igual que originariamente la tradición sea expresión espiritual relacionada al color azul con que en el hinduismo se representa la piel del dios Krishna, que durante el rito piel del dios Krishna o que en origen se reciten piel del dios Krishna o canten piel del dios Krishna durante la celebración.
Aquí somos distintos. Metemos unos djs, barras con copas, espacio para muchísima gente, harina -más harina- y a hacer caja. Oyes, que la vida son dos días y esos guiris marcharán pronto. Que ya, ya lo sé. Que luego vendrán otros. Pero mañana igual no estamos y estos jamás serán los mismos.
