Desde viajeros muertos, hasta ocupantes con pistola, los taxistas tienen que soportar de todo. A veces historias más divertidas y a veces nada graciosas. Lo que no habrán visto: rupturas, despedidas de soltero, peleas y reconciliaciones, situaciones de lo más surrealistas... He aquí una pequeña recopilación. Para que luego nos quejemos de si son pesados.
Una carta de adiós
Diego Pérez lleva 25 años al volante. En 2013 publicó el libro Anécdotas de taxistas. En él incluye la de un novio a la fuga, un chico que un día se subió su coche, muy nervioso, y le pidió ir al aeropuerto. Intentaba entablar conversación, pero no sabía cómo, hasta que Diego le preguntó qué le pasaba. El chico, al final, le pidió si podía ir a entregar una carta a una novia que estaba ya en la iglesia esperando a su prometido. "¿Por qué no se lo llevas tú?", le preguntó. "Es que yo soy el novio", le respondió. Ya os imagináis el marrón que a aquel hombre le tocó comerse.
Una muerta de paquete
Antonio Jesús Centeno, administrativo del gremio del taxi en Granada, publicó durante años historias que le contaban sus compañeros en la web de taxis de la provincia. Entre ellas, la de dos hermanas que pactaron con un conductor un precio desde Granada capital hasta un pueblo. Quedaron en el Hospital y las mujeres llevaban a su madre en brazos. La montaron en medio de ellas y no hablaron en todo el camino. El conductor veía desde el retrovisor que la mujer parecía no encontrarse muy bien. Llegaron a la localidad y las señoras le pidieron que las llevara al cementerio. Habían decidido ahorrarse el dinero del coche fúnebre sin consultárselo al taxista. Se despidieron así: "Usted perdone. Gracias por haber hecho el traslado de nuestra madre muerta".
Para mi sobrino, nada
En 2013, un grupo de conductoras publicó un libro llamado Mujer y taxista. Anécdotas. En él se incluía la historia de una señora de Oviedo que contó a su chófer que se iba a casar, pero no por amor. Sonia Rubio, una de las autoras, contó que la mujer, ya anciana, iba camino de su boda con su cuidadora porque era la única forma de dejarle toda su herencia. Porque, si no le ponía remedio, su único heredero sería su sobrino y no quería dejarle nada porque casi no se hablaban. Olé.
Un suicida poético
El libro anteriormente citado, tiene otras perlas como esta: "Un día me levanta la mano un señor que me pienso que va en una silla de ruedas. Cuando llego a su altura, dicha silla era una silla de escritorio con ruedas, y alrededor varias bolsas con ropas y cacharros. Le ayudo a subir al coche, pongo todas las bolsas y la silla, pero algo pesado se cae al suelo. Era una pistola envuelta en una toalla. Me vuelvo al coche y le digo:
-Se ha caído esto, ¿qué es?
-Gracias, ¡es mi más preciado tesoro!- me responde.
-Y, ¿para qué quiere una pistola?
-Para suicidarme cuando ya no pueda más con esta vida de mierda que llevo".
Por lo menos no iba matando taxistas por ahí.
Una imagen que lo dice todo
Acabamos con Daniel Díaz, que durante ocho años ha mantenido un blog y ha publicado dos libros sobre las vivencias frente al volante. Aunque abandonó este proyecto hace casi dos años, el tuit fijado en su cuenta es de lo más elocuente. En él, muestra un papelito que le dio una extranjera en el que ella creía que ponía la dirección del chico con el que había ligado la noche anterior. Era esto: