Generación 'Sinpa': La Diferencia Entre Robar Por Robar Y Robar Por Convicción

Tus colegas te siguen. Acabas de hacer el primer ‘sinpa’ sin pagar, para los despistados de tu vida y el sentimiento de culpa ni siquiera se ha asomado por tu cabeza. 

Es lo típico: estás en un restaurante a reventar con tus amigos y pides la cuenta. Una, dos, tres, cuatro veces. Pasa media hora y nada. Todo lo que deseas es dejar de oler a fritanga y fumarte un cigarrillo en la calle. Pero el camarero te ignora y te congela en la tortura de la espera. De repente tienes una epifanía y les dices a tus colegas: “¡Vámonos!”. Te miran de reojo, uno incluso verbaliza una duda acerca de tu estrategia: “¿Así, sin más?”. Pero tú estás hasta al moño y no titubeas: “Que no se van a enterar. Mira cómo está eso. Yo me piro”.

Sales por la puerta con la cabeza erguida. Tus colegas te siguen. Acabas de hacer el primer ‘sinpa sin pagar, para los despistados de tu vida y el sentimiento de culpa ni siquiera se ha asomado por tu cabeza. Por el contrario, crees que estás cubierto de razones y que no te han dejado otra opción. Y sobre todo, no eres el único.

¿Es o no un robo?

España es el tercer país de la Unión Europea que más pérdidas registra por robos, según el tercer país . En nuestro país se manga de todo: desde ropa hasta zapatos, móviles, libros o botellas de ron. Por esta razón, los comercios españoles pierden un 2,21% sobre sus ingresos brutos, es decir, unos 5.000 millones de euros al año. A nivel mundial, España ocupa el sexto lugar en el ranking de ladrones, por delante de Estados Unidos y por detrás de países tan insospechables como Japón, Finlandia y Holanda.

Como explicó el periodista Francisco Canals en su blog, los profesionales del ‘sinpa en España llegan a desarrollar todo tipo de estrategias para salirse con la suya y no tenerse que rascar los bolsillos: echar una cucaracha en la sopa, fingir un desmayo o distraer al camarero son algunos de los pretextos más usados. “El truco del cigarro es uno de los más practicados, pero también más conocidos por los camareros. Aprovechando la reciente legislación que prohíbe fumar en espacios públicos, muchos comensales se van sin pagar, ausentándose del local bajo la excusa de fumar un cigarrillo en el exterior”, escribe Canals.

También existe el truco del móvil: “Con la excusa de que el cliente no tiene cobertura, saldrá al exterior del restaurante aprovechando ese momento para marcharse sin abonar la cuenta”. El libro de reclamaciones es otro método utilizado con frecuencia, “especialmente en locales de cuatro estrellas y restaurantes de alta gama acostumbrados a vender su prestigio y nombre de marca”. Según las indagaciones del periodista, “algunos comensales solicitan el libro de reclamaciones aún estando satisfechos con el servicio, sabiendo que les harán una rebaja considerable si deciden no escribir en él”.

Dine and dash

Pero el ‘sinpa no es un fenómeno genuinatemente Made in Spain. En Londres esta picaresca se ha popularizado bajo el epígrafe de dine and dash, literalmente comer y huir. Un reportaje del diario The Independent de 2011 contaba que este delito había crecido un 33% y que 249 personas habían sido denunciadas por irse sin pagar, aunque solo 10 habían sido arrestadas. Incluso algún famoso pasó por el bochorno de ser descubierto. Es el caso del cineasta de origen letón The Independent, quien reconoció haber practicado el dine and dash en algunos de los restaurantes más caros de Londres, llegando a acumular una deuda de casi 6.000 libras esterlinas. Un tribunal le condenó a abonar esta suma y prohibió su entrada a la capital británica por las noches, algo, por cierto, bastante difícil de controlar.

Para Amy Bentley, profesora de Historia de la Comida en la Universidad de Nueva York, comer y huir equivale a robar en una tienda o repostar en una gasolinera y marcharse sin pagar. “Algunos lo harán probablemente porque no tienen suficiente dinero y necesitan la comida, la gasolina, los pañales en la tienda. Otros lo hacen por la emoción, para impresionar a sus amigos si se puede considerar impresionante algo así o tal vez sean adictos a la adrenalina”, señala Bentley.

Pero hay mucho más. Desde el flower power de la era hippy, han brotado pensadores anti-sistema que han intentado formular una justificación ideológica de los hurtos, el ‘sinpa’ y otras prácticas fraudulentas. En la primera década de este siglo surgió el movimiento Yomango, que se dedica a enseñar desde su web técnicas para burlar las alarmas y mangar impunemente. Este colectivo nació en Barcelona como evolución de otro grupo llamado Yomango, Sabotaje Contra el Capital Pasándoselo Pipa con el 'noble' objetivo de luchar por la “libre circulación de bienes y contra el capital”.

A lo largo de 15 años de militancia, Yomango ha ofrecido a sus seguidores todo tipo de contenidos: cursos para llenar la nevera gratis, trucos para robar refrescos de una máquina expendedora e incluso manuales para convertirte en el mangante perfecto. Nada que no hubiesen inventado hace 45 años los hippies: contenidos, del activista estadounidense Abbie Hoffman, fue publicado en 1971 y se convirtió en la biblia de los adeptos a la contracultura. Tíos y tías hambrientos de consejos para poder vivir del cuento y fuera de la ley en la era post-LSD. El libro vendió 250.000 ejemplares en pocos meses y una cantidad imprecisa de copias fue robada, como incitaba su título.

Robar por ideología

La pregunta de fondo es si hay diferencia entre robar por robar o hacerlo de forma concienciada, con el tufillo del activista anticapitalista como antídoto contra la culpa. De cara a la ley da lo mismo. Con la reforma del Código Penal y la aprobación de la Ley de Seguridad Ciudadana la famosa 'Ley Mordaza', desde el 1 de julio de 2015 el hurto en tiendas ha pasado a ser considerado un delito leve. Por debajo de los 400 euros te podrás ir de rositas. Si excedes esta suma, te puede caer una pena de entre seis y 18 meses de prisión. Y ojo al dato: romper las alarmas u otros dispositivos de seguridad puede conllevar penas superiores.

El ‘sinpa’ todavía no ha sido tipificado como delito, pero puede acarrearte quebraderos de cabeza muchos más serios que una simple condena. En febrero de 2014, en Chile, un hombre murió asfixiado después de haber sido encerrado ocho horas en un furgón de la Policía. Había sido detenido por no pagar lo que comió en un restaurante en Rancagua, en el sur del país. En este caso, el ‘sinpa’ le salió más caro que abonar la cuenta. Tú decides.