Han pasado 53 años desde la última vez que un ser humano pisó la Luna: fueron los astronautas Eugene Cernan y Harrison Schmitt, de la misión Apolo 17, quienes pasaron unas 75 horas en el valle Tauro-Littrow del satélite. Otra proeza espacial más. Otra protagonizada por hombres. Porque no, ninguna mujer ha estado nunca en la Luna. Ahora, y con la misión Artemisa III en el horizonte, parece que eso va a cambiar: la doctora Rosemary Coogan está en estos momentos realizando pruebas para demostrar que está preparada para una caminata espacial. Sería, además, la primera persona nacida en Reino Unido que completa exitosamente un alunizaje.
“Es increíblemente emocionante que nosotros, como humanidad, volvamos a la Luna, y por supuesto, si pudiera formar parte de ello estaría encantada. Creo que es realmente emocionante”, dijo recientemente en una entrevista con la BBC. Pero las pruebas no son precisamente sencillas. Imagínatelo. Con el traje espacial puesto. Tan complejo y pesado que requiere 45 minutos. Luego, con ese armatoste, te metes en una piscina de 12 metros de profundidad y 23 millones de litros de agua y haces una caminata hasta una réplica a tamaño real de la Estación Espacial Internacional que hay en su interior. Pasas más de seis horas bajo el agua. Agotador.
Pero Rosemary está más que preparada. Primero, porque tiene una predisposición innata hacia la tranquilidad y la calma física y mental. De lo contrario te mueres de claustrofobia y ansiedad. Y segundo, porque, como cuentan en el reportaje de la BBC, la astronauta norirlandesa “ha pasado los últimos seis meses entrenándose en el Centro Espacial Johnson. Es una profesión ultraexigente. Para el cuerpo y, sobre todo, para el estado anímico y psicológico. Cada pequeño paso y movimiento cuesta mucho y tiene un valor inmenso. En sus propias palabras, “no quieres hacer algo y darte cuenta de que no estaba del todo bien y tener que repetirlo”.
Cuando Rosemary nació, en 1991, no había todavía mucha representación femenina. No la suficiente. No la que debía haber -y hoy la cosa ha mejorado pero sigue lejos de ser paritaria-. Aún así, ella siempre tuvo ese sueño entre ceja y ceja y no paró hasta conseguirlo. Fue apenas hace un año cuando logró graduarse como astronauta en la Agencia Espacial Europea. El principio de lo que esperamos sea una carrera exitosa. Como la del resto de mujeres que tratan de abrirse paso a través de un sector masculinizado. En España tenemos a Sara García Alonso. Mujeres que dan grandes pasos para que el mundo avanza un pasito. Pequeño pero decisivo.