De Miley Cyrus a Aitana: cómo las cantantes siempre están bajo la lupa sexualizadora (y les pasa factura)

La polémica creada alrededor de la coreografía de Aitana recuerda mucho al linchamiento que vivió Miley Cirus en 2013

La semana pasada Aitana vivió su propio Wreking Ball a nivel nacional. La cantante, que está en la gira de Alpha Tour, se ha convertido en el blanco de padres y personas sin hijos (porque también las hay) que se han indignado por sus bailes. Concretamente, por una coreografía un poco más explícita que a las que nos tenia Aitana acostumbradxs. Pero que tampoco ha sido sorpresa.

Aitana hace tiempo que, desde que saco su nuevo disco, está intentando dirigirse hacia un público más adulto. No hacía falta ser muy avisapadx para ver hacia dónde apuntaban las letras de sus últimas canciones y videoclips. Después de llenar estadios con niñas de 8 años la artista está intentando llegar a nuevos públicos. Algo que hacen la gran mayoría de los artistas, sobre todo si quieren asegurarse una carrera musical larga y próspera.

Aitana es nuestra Miley Cyrus española. Está viviendo el mismo escarnio y juicio moral por su intento de romper con esa imagen de cantante para niñas, que ya transitó Miley Cyrus en 2013 y que tan caro le salió. Igual que Miley, Aitana quiere romper con esta etiqueta para evolucionar a una nueva.

En este caso a Aitana le sigue pesando esa etiqueta de “para niñas” que nunca buscó ni pidió. Ojo, está genial tener a niñas pequeñas de fans, pero también está genial poder decidir cómo haces tus shows. Que las canciones de Aitana hayan triunfado entre niñas de primaria nunca ha sido sinónimo de que ella fuera una cantante para un público infantil. Empezando por ahí, los padres deberían ponerse un puntito en boca.

El discurso de “esto es lo que se enseña a las niñas” vuelve a ser una fachada para enmascarar un intento de aleccionamiento patriarcal. La sociedad ve cómo a una mujer que, hasta el momento, no había traspasado ciertos códigos morales, finalmente los rompe. Y se indigna. Es el patriarcado gritándole a Aitana, igual que lo hizo con Miley: “Vuelve a tu sitio, a ti te hemos dado el rol de niña buena”. Porque obviamente con artistas como Bad Gyal ya no se ponen porque saben que no hay nada a luchar. Pero con ella quieren demostrar que aún se puede corregir a las mujeres.

También podríamos preguntarnos por qué ha generado más escándalo la coreografía de Aitana, que no la actuación de Young Beef con una fan. El vídeo, que también es de la misma semana, muestra al músico arrodillándose delante de una chica en el escenario mientras le levanta la falda y pone su cara en sus bragas.

Los bailes de Aitana no se diferencian tanto de algunas actuaciones como las que ha hecho Madonna a lo largo de su carrera, pero a ella todx del mundo la critica. Lo que molesta de Aitana es demostrar las diferentes facetas que puede tener una persona. Porque no se trata ni de performar el rol de santa ni el de femme fatal, sino de ser lo que se quiera ser en cada momento. Eso es tener la autonomía para poder decir “ahora me siento cómoda haciendo esto y tengo ganas”.

En esta polémica, también hay otra arista a tener en cuenta. Muchas veces, las artistas que han cosechado un público más junior se encuentran en la disyuntiva de tener que dar un volantazo en su carrera. Es curioso porque estos fenómenos solamente los hemos visto en casos de mujeres. O mejor dicho, el señalamiento público solo se ha visto hacia mujeres. A esto se le suma, por un lado, el factor anterior, el de que es impropio para algunas mujeres hacer determinados shows (mientras que a los hombres se les está permitido y se asume como alto “natural” en su carrera artística), y por otro, el hecho de tener a niñas como público.

Ser vista como una ídolo infantil, parece que por algún motivo en concreto le resta méritos a tu carrera. Si la mayoría de tus fans son niñas o adolescentes, eres motivo casi de burla. Algo que también le pasaba a Taylor Swift (aunque ahora sus fans ya tienen casi 30 años). En cambio, artistas (generalmente hombres) que tienen a niños como fans no generan ese sentimiento de que su trabajo vale menos. Un ejemplo claro es Morad: tiene a muchos niños entre sus fans y nunca se ha desconsiderado su música como si fuera menor. Quien niegue esto que explique cómo puede ser que Robert Pattinson fuera un meme de internet mientras salía en Crepúsculo pero que ahora que ha hecho Batman es un actorazo.