La Feria de San Lucas de Jaén es la celebración que da el cierre a la temporada de fiestas veraniegas y da la bienvenida al otoño en Andalucía. Esta fiesta taurina se celebra durante octubre y llena la ciudad de espectáculos musicales, gastronómicos y, como cabe esperar, taurinos. Este año, de nuevo, las fiestas llegan servidas de polémica: pero no por los toros una reclamación animalista habitual, sino porque han contratado un espectáculo cómico bautizado como "enanitos toreros".
Las primeras críticas llegaron del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad CERMI que, en una denuncia que ha interpuesto ante la fiscalía y a la que ha tenido acceso El Español, aseguraba que “este tipo de actos denigran a las personas con acondroplasia” porque consisten en ponerlos en situaciones cómicas y ridículas, y así reírse de su condición de “enanitos”, como los menciona la compañía productora del espectáculo, la cual se defendió diciendo que era un “evento privado” aunque con participación del ayuntamiento, que “cumple la ley” y que “son profesionales que viven de ello”.
Marta Castillo, la vicepresidenta de Andalucía Inclusiva, que también ha condenado el espectáculo, ha hecho hincapié en que debe cancelarse porque el humor solo sale de hacer burla del físico de los comediantes. Es decir, no es un monólogo en el que te rías de un discurso. Ni tan siquiera unos payasos de quien te rías su torpeza. Al contrario, el espectáculo consiste en poner personas con acondroplasia a hacer el toreo con la clara intención de reírse de su aspecto físico y no por su número cómico.
Los defensores del espectáculo han asegurado que esto “da empleo” y que “lo han escogido voluntariamente”. “Defienden su dignidad, pero quieren que los envíen al paro bien dignos”, aseguraba un usuario de Twitter, obviando que las reclamaciones de los activistas no apuntan hacia ahí. Como aseguraba Castillo: “Estamos en el año 2019. Queremos trabajos dignos y no denigrantes que produzcan risas y burlas a las personas de talla baja”.
El problema es que el espectáculo no solo se fundamenta en el sufrimiento animal, inseparable del toreo, sino que los humanos encargados de la perfomance están ahí como objeto de burla por su aspecto físico. Este show es un esperpento por lo anacrónico que recuerda a los espectáculos de bufones medievales, en que un grupo de privilegiados se reía de una persona socialmente discriminada tratando como un chiste esa diversidad que le impide progresar en la pirámide social. No hay otra forma de resumirlo: es un conjunto de risas cargado de falta de humanidad que nos recuerda que nuestra sociedad está fundamentada en clases y privilegios, y que unos valen más que otros.
Es la denuncia de las organizaciones y activistas por la discapacidad, que aseguraron en diversas entrevistas radiofónicas que toca evolucionar y dejar estos prejuicios atrás.