Que la música ejerce sobre nosotros un influencia más que evidente es algo que nadie se atrevería a negar. Es capaz de alterar nuestro estado de ánimo, de devolvernos la vitalidad cuando estamos tristes, de ahondar en la pena cuando nos sentimos abatidos. Hay música para trabajar, música para relajarse, música para viajar. Y, de un tiempo a esta parte, parece que también hay música para 'drogarse'. Al menos, así es como se promocionan productos como los de i-Dorse, una aplicación que promete generar en nosotros sensaciones similares a las que se experimentan tras el consumo de determinadas sustancias, apoyándose en un tipo de ondas que alteran al cerebro, los llamados 'sonidos binaurales'.
Pero, ¿qué son exactamente estos sonidos? La definición superficial apunta a que son 'ilusiones del procesamiento auditivo'. Entonces, ¿de verdad son capaces de emular sensaciones tan complejas? Para desentrañar su significado y sus aplicaciones —más allá de la publicidad engañosa de internet— hablamos con Manuel Arias, músico y neurólogo de la Sociedad Española de Neurología.

Arias explica que los tonos binaurales "sincronizan nuestras neuronas predisponiendo al cerebro a desplegar determinadas capacidades", aunque deja también claro que su desarrollo está en fase incipiente y que la idea de generar sensaciones como las que se anuncian en determinadas webs es, todavía, imposible. Y dado que, a priori, sus mecanismos son algo difícil de entender, conviene simular un ejemplo práctico:
Imagina que te has colocado dos auriculares. El de la oreja izquierda comienza a emitir un sonido claro, nítido, y el de la oreja derecha, otro sonido similar, aunque ligeramente más bajo. Tú no captarás esa diferencia, mínima, casi imperceptible, pero tu cerebro sí será capaz de hacerlo. Porque está acostumbrado a recoger sonidos de todo tipo pero, en este caso, estará concentrado en tan solo dos. Sí, todos los días recibimos cientos de miles de estímulos: pájaros, coches, música, el ruido del autobús... Pero, por unos minutos, tu cerebro solo tendrá que atender a dos tonos prácticamente iguales.
Entonces, se pondrá a trabajar. Sin que tú tengas nada que ver, él, de forma autónoma, se concentrará en esos dos tonos 'binaurales' y se ocupará de analizar la diferencia que existe entre ellos, como si nada más existiera. Aquella diferencia que tú prácticamente no percibes. Y, en función de ese rango, de si es mayor o menor, tu cerebro activará determinadas aptitudes relacionadas con la creatividad, con la concentración o con la relajación. La amplitud de la diferencia entre ambos tonos será la que marque cuál de tus capacidades se pondrá en marcha, permitiéndote exprimirla al máximo. Estarás más predispuesto a imaginar, a relajarte o a explotar tu potencia intelectual.

“Es un movimiento, una corriente de estudio, que comienza a ser popular”, afirma Arias sobre la terapia a base de tonos binaurales que, en su opinión, "supone un paso más a la musicoterapia". Por tanto, el futuro está plagado de posibilidades: “Si ya existen auriculares que cancelan el ruido para ayudarte a descansar durante los viajes largos en avión, no sería descabellado pensar que ese sistema pueda completarse con sonidos binaurales para tratar la ansiedad generada por permanecer largas horas volando”. Y no solo la ansiedad. También el estrés, el miedo o las capacidades creativas y cognitivas. Si todo es resultado de un determinado proceso cerebral, de las oscilaciones y sincronizaciones de las neuronas, es razonable pensar que estas podrán propiciarse de forma artificial, como ya avanzó el biofísico Gerald Oster en 1973 en su artículo Gerald Oster.
“Supone una nueva forma de ‘jugar’ con el cerebro, eminentemente natural y alejada de otras que se han utilizado en tiempos pasados”, insiste Arias en referencia al uso que algunos compositores hicieron del LSD en su búsqueda de inspiración o a la ingesta de absenta por los escritores bohemios. “Experimentar con los canales auditivos es una posibilidad sin duda infinitamente más inocua que el consumo de drogas y explorar los ritmos del cuerpo es algo que el hombre viene practicando de siempre”, constata el experto.
Pero el experto insiste: para sacar todo el potencial a los tonos binaurales todavía queda. Existen algunos indicios de que el ejército de Estados Unidos está practicando algunas pruebas, aunque resultan casi imposibles de confirmar. “Es probable que sea cierto. Pensemos que la música, en el campo militar, es muy utilizada para enardecer a las tropas en forma de himnos y marchas”, constata Manuel Arias, y completa: "¿Por qué no pensar que los artificieros, esos especialistas que se juegan la vida y que necesitan mantener los nervios bajo control, pudieran apoyarse en los sonidos binaurales para mantener la calma?”.

En este contexto, Arias alerta sobre los efectos placebo y el afán de muchos por erigirse como expertos del tema sin serlo. En internet hay cientos de páginas con auriculares para implementar terapias con sonidos binaurales o, incluso, composiciones musicales completas que cualquiera puede escuchar desde su ordenador. “Hay que ir con cuidado. En primer lugar, para poder aplicar con rigor estos sistemas, es imprescindible realizar un examen auditivo profundo”, asegura. Y es lógico: si la capacidad de un oído está alterada, no podrá recibir el sonido de forma correcta, rompiendo así cualquier posibilidad de exprimir lo que los sonidos binaurales procuran.
Porque no es sencillo. Además de verificar que los oídos funcionan a la perfección, harían falta unos auriculares de calidad y un soporte también adecuado ya que sistemas como el mp3 tienden a comprimir los sonidos. Por eso, a estas terapias, “todavía les queda camino por recorrer y se encuentran aún en fase de investigaciones”, sentencia Arias. Pero las primeras piedras para exprimir su potencialidad y encaminarla hacia fines constructivos ya están colocadas. La neurología avanza, igual que lo hace la tecnología pero, de momento, todo aquel que quiera ‘colocarse’ con unos auriculares que sepa que para ‘eso’ ya sobran inventos, demasiados.