Hace unos meses publicamos un artículo donde hablábamos de un invento que iba a revolucionar la forma de mear de las mujeres. Una especie de artilugio creado por un invento que iba a revolucionar la forma de mear de las mujeres., hecho con cartón desechable y que permite a las mujeres orinar de pie. Como algunos escépticos en Facebook nos escribieron para comentar que eso tenía pinta de no ser cómodo o fiable, decidimos que sería interesante contactar a la marca para probarlo y ver qué tal. Y como no es lo mismo verlo que probarlo, cuatro chicas de nuestra redacción se fueron al baño -y no, no todas juntas- para después poder contaros la experiencia. Y esto es lo que tienen que decir al respecto.
Gratamente sorprendida
"Me costó colocarme porque tenía miedo de que el pis saliera por todas partes y se me manchara tanto la ropa como las piernas. Supongo que imité la postura masculina, puse el aparatito entre mis piernas y lo sujeté como si fuera un pene. Pero mi cuerpo no reaccionaba. Mear de pie -fuera de la ducha- no es algo que haya hecho nunca, fue como añadir otra extremidad a mi cuerpo, como si de repente intentara hablar por la nariz o algo así. Me concentré y lo hice. Fue extrañamente satisfactorio, como si hubiera roto algún tipo de barrera, aunque a la vez sentí como si me estuviera exhibiendo. No creo que me atreviera a hacerlo en un urinario o en una esquina en la calle, como los tíos, porque creería que se me ve todo. Pero me sentí gratamente sorprendida -aunque descolocada-, como siendo otra persona por un segundo".
Noelia, editora
El cerebro dijo que no
"Yo no lo conseguí. Durante varias semanas estuve llevándome el aparatito de cartón al baño pero nunca hubo forma. Cuando llegaba, al bajarme los pantalones y verme de pie pensaba que aquello iba a ser imposible de hacer sin perder el equilibrio y llenarme de pís. Creo que mi cerebro se bloqueaba y mi músculo también así que una y otra vez me vi a mí misma desistiendo. El papel higiénico encima del inodoro me ha funcionado durante 32 años y así de momento pues ya voy bien. Pero bueno, a lo mejor algún día lo intento de nuevo".
Natalye, responsable creativa
Una vez y no más
"Para mí lo más raro fue la postura. Sonará absurdo, pero hasta entonces no me había dado cuenta de que las X veces que voy al baño cada día, desde que aprendí a ir al baño sola, hago lo mismo: llego, me doy la vuelta y me siento o mantengo como puedo el equilibrio si estoy en algún lavabo público. Así que llegar y quedarme mirando el WC se me hizo extremadamente raro. Lo siguiente chocante, una vez te has desabrochado y dejado reposar las bragas en las rodillas, es soltar el músculo mientras sujetas el aparatejo con una mano y te aguantas el pánico de ponerte perdida y pasarte el resto del día en la oficina meada. Así que es un alivio cuando te das cuenta de que todo va por donde toca, el resultado es bastante elegante y aséptico. Al salir, te lavas igualmente las manos por si las moscas, con una sensación de "ok, pero si no es imprescindible prefiero seguir con mi dinámica".
Cristina, redactora jefa
Desde entonces solo mea de pie
“Yo la clavé, fue en el baño y no se me escapó ni una gota. De pequeña a veces quería ser un chico, pero nunca pensé cuánto me gustaría miccionar de pie. No es fácil describir la sensación de desahogarte sin tener que inclinarte ante los pudores de la feminidad convencional. Es como si con la orina te librases también de todas las fronteras del inodoro: yo hoy meo haciendo el pino si me apetece. Con puntería, eso sí. Básicamente es diferente, divertido y para mí, incluso adictivo, solo me da pena que no esté permitido hacerlo en medio del concierto de un festival, como hacen algunos tíos, sin tener que meterte en esos baños”.
Helena, responsable de Snapchat