Tú y tu pareja sois más que compatibles. Estáis hechos el uno para el otro. Los planes que os gustan son los mismos y la magia y la ilusión que logró uniros el primer día aún se mantiene viva. La vida es ideal al lado de esta persona pero hay un pequeño inconveniente: pocas veces llegáis al orgasmo. Las relaciones sexuales van bien, conectáis, no hay incomodidad de por medio, la confianza brilla, se nota el amor, entendéis el ritmo de cada unx, la comunicación es total pero no hay culmen. No hay éxtasis. No está ese escalofrío completo que hace que se tuerzan los dedos de los pies. Y, aunque al principio parece que es cosa de un momento, la situación se repite y es entonces cuando nacen las dudas, los miedos o la incomodidad. Pero, como ya sabes, la comunicación es total pero no hay culmen: aquí hay una serie de puntos sobre lo que puedes o debes hacer o no hacer para enfrentarte a esta situación.
1. No es un problema
No poder llegar al orgasmo no es ningún problema. Es posible disfrutar de los juegos previos, se puede disfrutar de hacer el amor directamente... Todos esos momentos también generan placer. Si tu pareja no llega al orgasmo, no puedes hacer que sienta que se trata de un inconveniente. Es cierto que este punto culmen es una maravilla y todo lo que se va realizando nos va llevando hacia ese instante pero también es posible disfrutar del sexo sin tener un orgasmo. Ahora bien, si tu pareja siente que es un problema y que no puede tener relaciones en las que no llegue al clímax, tendréis que buscar la manera de que suceda.
2. No te lo tomes personal
Hay algo que es bastante común en las relaciones sexuales en las que una de las personas no consigue llegar al orgasmo y es que la otra parte siente que es su culpa. Esto es un gran inconveniente de cara al futuro porque cada vez que estéis en mitad de una relación íntima, la mente de una de las personas estará atacada por aquella vez en la que su pareja no pudo tener un orgasmo. Hay un montón de razones por las que alguien no puede llegar a este clímax que nada tienen que ver con la pareja. Es posible que sientan enorme atracción, comodidad y que, además, estés haciendo todo perfectamente y aún así no puedan alcanzar el orgasmo. Algunos motivos pueden ser la inseguridad, ansiedad o la falta de autoexploración. Seguramente hay muchos planos en los que la pareja puede mejorar. Es cuestión de hablar de ello y de estar receptivx a todo tipo de comentarios.
3. No tengas prisa
Existen ocasiones en las que la persona que ha llegado al orgasmo empieza a cuestionar a su pareja qué ha pasado, qué ha hecho mal o qué es lo que no ha funcionado o no le ha gustado. Esta descarga de preguntas o reacciones que pueden ser molestas no ayudan en absoluto. Otro punto que no ayuda es, en una próxima ocasión, meter prisa. Por ejemplo, quizás no sea acertado que empieces a preguntar en exceso '¿te gusta así?, ¿vas a llegar al orgasmo?, ¿cómo vas?'... Esto puede hacer que la persona se sienta presionada y que no pueda disfrutar y soltarse como es debido para poder tener un orgasmo.
4. Ponte en su lugar
Una buena manera de averiguar qué hacer si su pareja tiene problemas para llegar al orgasmo es entender por lo que está pasando esta persona. Entenderlo de verdad. Es más, puede ser que te haya pasado en alguna ocasión ya que es completamente normal. Recuerda ese momento y pregúntate qué tipo de respuesta o solución buscaste o qué hizo la otra persona para ayudarte a que pudieras alcanzar el clímax. A partir de la propia experiencia se pueden encontrar las respuestas necesarias y, además, mostrar empatía hará que el hecho de no llegar al orgasmo no se convierta en un tabú.
5. Sugiere un cambio
Así como es posible que la pareja no tenga la culpa de que la otra persona no llegue al orgasmo es posible que también esté haciendo algo que no lo favorezca. Desde la empatía puede surgir la iniciativa de probar otra cosa. Sugerir un cambio como, por ejemplo, dedicar más tiempo a la masturbación o al sexo oral puede hacer que la relación sexual sea más cómoda. No hay que enfocarse únicamente en los principales genitales, hay que buscar la forma de involucrar otras partes del cuerpo ya que, de esta manera, pueden encontrarse sensaciones que no se habían explorado y que pueden potenciar el placer.
6. Pregunta y abre el diálogo
Está claro que la comunicación es, sobre todo en este contexto, uno de los principales puertos en los que hay que desembarcar para afrontar el tema del orgasmo. Así como es posible sugerir un cambio también se puede dialogar sobre las inseguridades, las dudas o los miedos que se tengan en relación al sexo. Hay que quitarle el tabú al tema del orgasmo y comunicar que no es el único objetivo. Es decir, que si no llegas, no pasa nada siempre y cuando hayas disfrutado de la relación sexual. Si te molesta no alcanzarlo y crees que lo que tu pareja está haciendo no ayuda, busca el instante correcto para comunicarle qué y cómo puede hacer para que sea más sencillo o más placentero. No hay nada más satisfactorio que ver cómo, a través de lo que estamos haciendo, la otra persona disfruta y experimenta placeres que le hacen retorcerse del gusto. No tengas vergüenza a la hora de pedir y mucho menos de preguntar.