Soy Una Chatarrera Emocional

Nunca he sabido tomarme las cosas con calma. No es parte de mí, no es una habilidad que haya perfeccionado a lo largo de los años. Soy un caos.

Nunca he sabido tomarme las cosas con calma. No es parte de mí, no es una habilidad que haya perfeccionado a lo largo de los años. Soy un caos. Mi alma es una apertura inmensa y, si miras bien, verás todo lo que siempre he sido.

No puedo mantener escondido mucho tiempo lo malo, lo bueno o lo mediocre que hay en mí. Estallo con mis secretos y mis historias. Como cuando perdí mi virginidad y decidí que no se lo iba a contar a mi madre —y dos noches después me colé en su cama y lloré en sus brazos—. O cuando me inventé  que tenía un novio en secundaria en un intento desesperado de poner celoso a quien me gustaba. Todo irá saliendo, te lo diré, probablemente en más de una ocasión.

No puedo parar de hablar. Incluso cuando debería. Mi boca es un hámster excitado porque es el silencio lo que me asusta. Es el silencio que me recuerda a los finales. A la muerte. A habitaciones vacías y a pasillos de hospital.

No sé dónde esconderme cuando el corazón se implica. Mis paredes se construyen a medida que dejo de confiar. Y lo cierto es que confío en casi todo el mundo. Confío en el hombre que desordenó mi orden o en la mujer que pasea a su perro frente a mí. Quiero creer que la humanidad es buena y que las cosas malas no representan a la mayoría. Así que me fiaré de ti. Al cien por cien. Cerraré los ojos y a ciegas dejaré que me guíes. Y seré mi propio derrumbamiento.

He aprendido a barrer el polvo y a recomponerme. He aprendido a perder la fe en ciertas personas y, de alguna forma, volver a confiar.

Siempre volveré a confiar.

Soy un desastre. Mi coche es un poco como imagino que es mi cabeza por dentro, con tazas de café para llevar usadas en la parte de atrás y cartas de gente a las que quiero en el salpicadero. Me da miedo tirar cosas que puedo necesitar. Me da miedo dejar ir a personas, a recuerdos, a todos aquellos que han hecho de mí lo que soy. ¿Y si necesito esto? ¿O aquello?  Soy una chatarrera emocional. Guardo felicitaciones de cumpleaños de mi amiga de sexto de primaria por lo que ella significó para mí ese año. Aunque ella no lo sepa.

Lloraré en el cine y mis músculos se tensarán cuando llegue el conflicto. Evito el contacto visual cuando alguien grita. Mi alma es mediadora y no puede soportar que alguien se moleste. Pero eso no implica que me falte fuego. Se me conoce por escupir veneno cuando alguien daña a los míos. Soy mitad león, mitad cordero. Y te querré ferozmente con todas y cada una de mis partes, si me dejas.

Me gustan los tiburones y comer yogur helado en el coche. No quiero esperar a escribirte, o a verte. Quiero comer falafel e ir a ver películas al aire libre. O bailar como imbéciles en la pista vacía de básquet del barrio. Levantémonos mañana en un país distinto y usemos nuestros dedos como brújula. No siempre soy razonable, pero tampoco lo eres tú. Pero mi desorden va a la perfección con tu caos organizado. Porque me pareces ridículamente genial. Y yo solo sé ser dos cosas: asquerosamente desinteresada o estando al cien por cien.

Y estoy al cien por cien.