No Te Caigo Bien Y, Sinceramente, Me Da Bastante Igual

No sabría explicar qué es lo que hace que una persona te caiga bien o mal. Dejemos de lado a todos aquellos que son objetivamente imbéciles y caen mal a todo el mundo.

No sabría explicar qué es lo que hace que una persona te caiga bien o mal. Dejemos de lado a todos aquellos que son objetivamente imbéciles y caen mal a todo el mundo. El caso es que una misma persona que a ti te resulta irritante, seguramente tendrá un mejor amigo que le adora. El mundo de las filias y las fobias es extensísimo y no es plan de teorizar aquí sobre qué convierte a alguien en un apestado o en el rey de Roma. Todo lo contrario. Lo que he aprendido tras una extensa experiencia vital es esto: paso de obsesionarme por caerle bien a todo el mundo.

¿A ti te agradan todas las personas que conoces? A mí desde luego no. Y si te pones a pensar, es lógico que tú tampoco seas santo de devoción de alguna o varias personas de las que componen la excelsa humanidad. Da igual el motivo. Puede ser un comentario que soltaste un día y que a esa persona le pareció desafortunado, que a su amigo le caes mal, que sea un compañero de curro que piensa que eres un vago, que te tenga envidia, que no le guste tu color de pelo o tu manera de reírte. ¡Da igual! Hay tantas razones para disgustarle a alguien como el conjunto de las cualidades que te hacen ser como eres.

El problema llega cuando te obsesionas sobre el motivo por el que no le molas a una persona. Es más, reconozco que es desagradable cuando eres consciente de que una persona no te soporta. Precisamente porque conoces perfectamente la sensación de no aguantar a alguien hasta el punto de no querer ni cruzar dos palabras con ella. Y es chungo pensar que despiertas esos sentimientos en otro ser. Si puedes hacer algo por solucionarlo, correcto. Si no, pasa.

¿Sabes quién no me cae bien a mí? Los que quieren caer bien a todo el mundo a toda costa. Llegan a un nivel preocupante de peloteo y lo peor es que nunca descubres cómo son en realidad porque, en su obsesión por molar a todo el universo, siempre se adaptan al ser que en ese momento tienen en frente. Son como los caer bien a todo el mundo a toda costade las relaciones sociales.

Pienso que este tipo de gente tiene algún tipo de trauma de su infancia y/o pubertad. Los adolescentes pueden llegar a ser muy cabrones, y si la popu de la clase decidía que tú no eras guay, podía llegar a ser peor que en La Letra Escarlata. Tal vez las personas La Letra Escarlataarrastren ese rechazo hasta su etapa adulta. No sé el motivo de ese comportamiento pero sí sé que son un coñazo. Y además no sé de dónde sacan las energías para mantener tanto tejido social en tu vida.

Lo mejor que puedes hacer es no perder ni un segundo de tu tiempo en averiguar por qué una persona te tiene inquina y tratar de evitarla. Sé que hay situaciones en las que es jodido, eh. Tampoco quiero ir de gurú. Si la persona que no te aguanta es tu jefe, por ejemplo, ay amigo…eso es más complicado. Evidentemente no puedes obviarlo y ya está, hay que lidiar con ello. Pero es importante mantener la mente fría y que ese odio infundado no te haga creer que eres peor. Siempre hay alguien al que el jefe o profe le tiene que tener manía. Ley universal. También están ese tipo de personas a las que les caes mal y tienen un interés particular en dejarte claro lo mal que les caes. Estos aprovechan la mínima para contestarte mal o dejarte en ridículo. Como si te buscaran. Mamones.

Por eso, el desprecio hacia aquel al que no le gustas suele resultar de lo más satisfactorio. Como diciendo: “pues tú te lo pierdes, ahora el que me caes mal eres TÚ”.