Ha sido a las tres de la madrugada y sin avisar. Unos 130 agentes de la Policía Municipal y antidisturbios se han presentado en el 39 de la calle Gobernador de Madrid y ha empezado a entrar a La Ingobernable. A las seis de la madrugada, una quincena de jóvenes todavía pedía ayuda por Twitter pero los titulares han podido concluir que La Ingobernable ha sido desalojada sin incidentes. Tristemente sin incidentes. Esta tarde hay una manifestación en Madrid para pedir la recuperación del edificio municipal que llevaba okupado solo dos años pero ya se había convertido en uno de los centros culturales más importantes del centro de la ciudad.
La Ingobernable fue desde el primer momento un objetivo del nuevo alcalde José Luis Martínez-Almeida: atacar un símbolo, él lo sabe, es atacar todo un movimiento. Por esto dio hasta el 28 de agosto para que los okupas salieran de allí. Ellos, en lugar de acatar, mandaron una carta al Ayuntamiento para negociar. Pero no obtuvieron respuesta hasta que la policía se presentó para ponerlos en la calle. Una de las chicas que estaba allí durante la operación pidió sacar sus cosas y ni siquiera le dejaron entrar a por ellas, explica El País.
El comunicado del colectivo habla del aumento de los precios del alquiler en el centro de Madrid: un 45% en los últimos cinco años, lo que no solo dificulta el acceso a la vivienda, sino también a locales de uso cultural y no comercial para rentabilizarlos. "En este contexto, no es casualidad que un espacio municipal que estaba vacío, abandonado y en desuso, haya sido usado gratuitamente por unas 140.000 personas en solo dos años", dice el texto que enviaron al gobierno municipal y que tienen publicado en su web.
La exalcaldesa del PP Ana Botella cedió el edificio un centro de salud de barrio en 2015 a la Fundación Ambasz fundada por un exsenador del PP con el objetivo de hacer un museo, pero el proyecto nunca se llevó a cabo y dos años después, La Ingobernable se convirtió en lo que ha sido hasta hoy: un lugar de encuentro para distintos colectivos, pero también, un núcleo de oposición política a un Ayuntamiento conservador que prioriza políticas antisociales. Junto al desalojo de La Ingobernable, la otra medida prioritaria de Almeida fue suspender Madrid Central, el modelo de tráfico para descongestionar el centro de la ciudad y peatonalizar gran parte del barrio.
Y Almeida ha sido firme, a diferencia de otros alcaldes de su mismo partido, como la misma Botella o Alberto Ruiz-Gallardón que llegaron a acuerdos con espacios similares a la Ingobernable, que "habían conseguido un amplio apoyo y legitimidad vecinal", según la carta que cita los casos de el Centro Social Seco en Retiro, el solar de Esta es una Plaza, la Eskalera Karakola en Lavapiés, o la Plaza de la Cebada en La Latina. "Si en el pasado fue posible, ¿por qué ahora no?", se preguntan.
"La Ingobernable ha operado en varios frentes. Por un lado evidenciando y poniendo freno al Madrid de la corrupción y el capitalismo de amiguetes que representan los veintitantos años de gestión municipal del PP", cuenta Nuria Alabo en ctxt.es, "un centro social okupado, además de producir comunidad y cultura, genera siempre un conflicto". Es el conflicto de la gente que dice: "estamos aquí". Por eso, una casa okupa o un huerto urbano son más que un centro social, son espacios de convivencia y eso es lo más difícil de desalojar.