Ayer, mientras escuchaba Aquí hay dragones, uno de mis podcast favoritos, el escritor Juan Gómez-Jurado explicó el atraco que utilizó a Álex Pina y su equipo para escribir la tercera temporada de La casa de papel. No ocurrió ni una ciudad estadounidense, ni terminó con final feliz. Pasó en el Banco Central de Barcelona y sus similitudes con la tercera entrega de la serie son abismales. A medida que vayas leyendo, aparecerá en tu cabeza Tokio, Río, la inspectora Alicia Sierra o, incluso, a Nairobi diciendo una de sus frases memorables: “A partir de ahora estoy al mando yo. Empieza el matriarcado”.
Barcelona, 8:00 de la mañana del 23 de mayo de 1981
Tan solo tres meses después del 23F un grupo de 11 personas, lideradas por José Juan Martínez Gómez, aka ‘El Rubio’, toman posición alrededor del Banco Central de Barcelona, situado en la esquina entre Las Ramblas y Plaza Cataluña. Algunos de ellos esperaban en un bar y otros atestiguan el vaivén de personas del centro de la ciudad. El asalto está cerca. Casi una hora más tarde, se dirigen en bloque a los coches que tienen estacionados con el material de trabajo: pistolas, fusiles de asalto, escopetas, cuerdas, varias garrafas de agua y una botella de Anís del Mono. Sí, el anís será importante, aunque no menos que la gran bolsa blanca y roja de TriNaranjus con algo pesado en su interior que uno de ellos transporta a duras penas.
Interior del Banco Central de Barcelona, comienza la acción
Inmediatamente después entran en el banco a tiro limpio. Imagina estar un sábado por la mañana —en la época los bancos abrían los sábados— y comenzar el día esquivando balas. Y no solo tú, sino que te acompañen, entre empleados y clientes, 300 personas atemorizadas más. Los minutos pasan, los rehenes están arrinconados y nadie parece enterarse de lo que ocurre en uno de los bancos más grandes del país. A las 9:23 llega a la comisaría un aviso anónimo del banco y avisa del atraco. La policía, ahora sí, se pone en marcha. Poco después, varios dispositivos policiales rodean la zona mientras piensan qué hacer. No tienen comunicación con los asaltantes, ni mucho menos conocen sus intenciones, por lo que esperan varias horas para hilvanar un plan. De momento, el atraco va en contra de cualquier protocolo.
Plot twist: el verdadero objetivo del asalto
Un comunicado de los secuestradores es encontrado en una cabina de teléfono de Plaza Cataluña dentro de un sobre. El giro está a punto de llegar. El jefe de los atracadores, ‘El Rubio’, no pide ni dinero, ni comida, sino que exige la liberación inmediata de los detenidos en el 23F, entre los que se encontraba el teniente coronel Antonio Tejero, el que todos recordamos por: “¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo! ¡Se sienten, coño!”. Los medios de comunicación lo retransmite en directo y el país entero contiene la respiración. Centenares de personas inocentes siguen ahí dentro.
Las agujas del reloj no avanzan, la tensión aumenta y los secuestradores no saben qué hacer con tanto rehén. A punta de pistola, los suben a la primera planta y los arrinconan en una esquina. Las cámaras captan y las teles transmiten cómo varias personas en pánico piden auxilio por las ventanas del edificio. “¡Están diciendo que nos van a matar!”, exclaman. Afuera, varias patrullas, los GEO y una tanqueta planifican la táctica, justo antes de que algunos atracadores hagan algo insólito.
El brindis con anís del Mono y el comunicado desde la cárcel
Varias pilas de sacas de billetes son apiladas en el espacio abierto delante de la puerta. Nadie sabe qué ocurre. Los atracadores rajan con cuchillos las sacas esparciendo los billetes por todo el suelo. La sorpresa deviene en desconcierto, aunque lo mejor está por llegar. Uno de ellos deja su arma encima de las sacas, agarra la botella de anís del Mono y comienza a beber, justo antes de repartir chupitos entre sus colegas ante la mirada atónita de los que atestiguan el artificio que termina con los protagonistas retornando al interior del edificio. El desconcierto se ha convertido en incredulidad.
Al cabo de unos minutos, un tercer comunicado de los atracadores llega a los medios de comunicación y a la policía. Ahora sí piden transporte: un avión en el aeropuerto de Barajas para los cautivos del 23F y otro en el aeropuerto del El Prat para nuestros protagonistas. Lo que ‘El Rubio’ no espera es que el teniente coronel Tejero, desde la cárcel y a través de su abogado, se opone a la maniobra. Desacredita a sus ‘¿salvadores?’ y se distancia del golpe al banco. Nada tiene sentido.
El plan B: la gran chapuza
Pasan las horas, algunos rehenes son liberados para que sean atendidos y comienza la maniobra evasión. Un grupo menor de los atracadores, armados de dos picos y una pala transportados en la pesada bolsa de TriNaranjus, bajan al sótano y comienzan a picar una de las paredes. ¿Qué puede salir mal? El plan falla por dos motivos: porque la piedra no cede y porque al otro lado del muro se encuentra la Guardia Civil que les espera bajo el grito de “dónde vais, gilipollas, estamos aquí”. En la calle, y ayudado por un megáfono, el coronel de la policía empieza a exigir a los atracadores que o se rinden o se verán obligados a entrar por la fuerza. Para dar empaque a sus palabras, un francotirador de los GEO abate de un disparo en la cabeza a uno de los asaltantes que se encuentra en la azotea.
La muerte de uno de los integrantes llega rápidamente al resto de la célula. El caído es familiar de tres de los delincuentes y estos comienzan a disparar sobre la tanqueta de la Guardia Civil. En ese momento el tiempo se congela. Por un lado, los GEO entran por la azotea y comienzas a descender pisos a tiro limpio. Al mismo tiempo, los rehenes no paran de gritar y ‘El Rubio’ decide abrir las puertas para que salgan sin control alguno, momento propicio para que todos los demás atracadores se puedan entremezclar en la multitud como paisanos. ¿Saldrá bien esta vez? No. La policía consigue detener a todos los rehenes en pocos minutos y los asaltantes son identificados. Poco después serían encarcelados.
La conspiración: el robo fue una tapadera
A partir de este punto el relato se convierte en leyenda. Según ‘El Rubio’, alguien le había pagado un millón de dólares por reunir esa banda y recuperar un maletín robado en la caja de seguridad 156 del banco, casualmente la única que estaba reventada y cuyo contenido nunca apareció. El jefe de la banda declaró que en ese maletín había documentos comprometedores sobre el 23F que podrían sacudir el país en plena Transición. La Guardia Civil lo desmintió de inmediato, pero las incógnitas que giran entorno al atraco siguen siendo un misterio. ¿Qué había en la caja? ¿Por qué Tejero y los suyos rehusaron el atraco planificado para ellos? ¿Fue una gran chapuza o un golpe magistral?
Han pasado más de 35 años y las similitudes sobre el atraco al Banco Central de Barcelona y la tercera temporada de La Casa de Papel son evidentes. Ahora nos queda saber cómo termina el golpe de Tokio y compañía en la nueva entrega y eso solo lo saben Álex Pina y los suyos. A nosotrxs solo nos queda esperar.