Lo Que Haces Habla Tan Alto De Ti Que Nadie Escucha Lo Que Dices

Nuestros gestos nos delatan, nuestro cuerpo habla, y por eso aprender su significado puede ser muy útil

A veces es un gesto, el tono de voz o una mirada, y de pronto nos damos cuenta de algo que las palabras no habían expresado. Por eso hay tantos malentendidos por Whatsapp, porque por escrito nos perdemos los matices de una sonrisa o un guiño de humor. Justamente por la necesidad que tenemos de expresar cómo nos sentimos y lo limitado que es el lenguaje verbal, existen los emoticonos y los selfies. Mediante imágenes añadimos a nuestros mensajes lo que en realidad estamos acostumbrados a transmitir en una conversación en persona.

"Lo que eres habla tan alto que no puedo escuchar lo que dices". Ralph Waldo Emmerson

Pero hay muchas emociones que ni los emoticonos pueden expresar, y hay aspectos de la comunicación no verbal que van más allá de la mirada y los gestos. Por ejemplo, si respiramos con fuerza estamos transmitiendo tensión, y cuando cruzamos los brazos expresamos que nos estamos cerrando emocionalmente.

La regla de Mehrabian

El psicólogo norteamericano Albert Mehrabian desarrolló una regla sobre la comunicación no verbal, que se basaba en estudios que había realizado y que dice que en momentos en que la conversación es ambigua, solo el 7% de la información viene de las palabras, el 38% nos llega a través de la voz, y el 55% procede de los gestos del cuerpo. Esto no vale para cualquier situación, sino que es sobre todo para conversaciones personales. En todo caso, el lenguaje no verbal siempre es importante, aunque los porcentajes puedan variar en función de la situación. Cuando se trata de una conversación personal, la importancia de los gestos aumenta, y por eso se suele recomendar hablar de temas importantes en persona, y no por teléfono o e-mail.


Los gestos nos delatan

Cuando hay incoherencias entre lo que la persona dice y su expresión corporal, sentimos que algo no encaja y, aunque no seamos conscientes, encendemos una alerta. Una persona nos da desconfianza, a pesar de que sus palabras son amables y sensatas, o alguien nos transmite tristeza a pesar de que diga que está contento. También nosotros podemos estar transmitiendo contradicciones, por ejemplo le decimos a una persona que estamos enamorados de ella, pero nuestros gestos transmiten distancia y poco afecto. Eso no significa que no sintamos nada en general, sino que quizá sea una cuestión de estrés o cansancio, pero la otra persona recibe esa información no verbal y pasa a sentirse mal aunque le hayamos dicho unas palabras bonitas. Un vendedor que no cree en el producto que está intentando vender también puede cometer el mismo error, o una persona que va a una entrevista de trabajo y se siente insegura. Por mucho que las palabras sean muy acertadas, la otra persona notará esa inseguridad oculta.


A veces nos equivocamos al interpretar los signos

Pero, ¿siempre acertamos con la forma en que interpretamos a los demás? A veces aplicamos prejuicios injustos que no se basan en lo que el otro transmite, sino en que esa persona nos recuerda a alguien del pasado que nos traicionó, por ejemplo. También a veces estamos tan concentrados en una idea que no percibimos mensajes sutiles que el otro nos expresa con su movimiento de manos, la postura de su cuerpo y lo cerca que se coloque de nosotros. Además, no siempre un gesto significa lo que nosotros pensamos; por ejemplo, hay países donde dicen "sí" moviendo la cabeza de lado, gesto que, sin embargo, en la cultura occidental significa "no". Los gestos, pues, deben interpretarse con flexibilidad, y teniendo una visión global de la persona.

 

Crédito de la Imagen: Jared Tyler