Tu Aliado, Tu Protector, Tu Amigo: Tu Hermano Mayor

La relación que mantienes con tu hermano mayor es única e irrepetible. A fin de cuentas, ¿quién te comprenderá mejor que aquel con quien compartes madre?

Aliado, protector y amigo. Tu hermano mayor es todo eso y mucho más. Nadie entenderá como él lo que sientes por tus padres. Nadie te defenderá con la misma vehemencia. Nadie alcanzará esa conexión, entre mística y psicológica, que hace a los hermanos tan contrapuestos como compatibles. Tu hermano mayor es irreemplazable, único. Un tesoro que hay que cuidar y mantener.

"Más vale un buen amigo que pariente o primo", dice el refrán; y es que a los amigos los elijes, mientras que la familia te viene dada. Sin embargo, tienes demasiadas cosas en común con tu hermano como para sentir indiferencia: los mismos padres, la misma infancia... el mismo pasado. Y eso es mucho porque, como decimos a menudo, somos nuestro pasado.

"Quiero a mi hermano sonrisa al viento; verlo llorar pero de contento". Roberto Carlos.

Claro que las relaciones no siempre son fáciles. Para empezar, están los celos del que una vez fue hijo único. Luego vienen las inevitables diferencias, pues los hermanos no son versiones de sí mismos a diversas edades, sino personas distintas, cada uno con su visión de las cosas. Compartir el mismo refugio es difícil hasta con quien te dio la vida. ¿Cómo no iba a serlo con el potencial competidor?

Pero lo bonito es que tu hermano, más que un rival en potencia, es el mejor mentor que tendrás jamás. Él se las ha visto con tus padres antes que tú, con el primer día de colegio, con los matones del instituto; pero a diferencia de tus progenitores, su generación es prácticamente la tuya, por lo que algunas cosas las comprenderá mejor que ellos.

Además, a nadie le gusta que abusen de su hermano menor "el único que le pega soy yo", de modo que no podrías tener guardaespaldas más leal. En concreto, recuerdo una ocasión en la que estaba a punto de salir mal parado cuando, de pronto, la multitud literalmente se abrió para dejar paso a mi hermano. Juro que no le he vuelto a ver con esa expresión de mala leche...

Pero lo mejor, sin duda, es cuando los dos llegáis a los veinte. Cada uno con su vida, su pareja, su trabajo... pero os seguís juntando para tomar café, hablar sobre vuestros proyectos y compartir anécdotas, con esa complicidad que solo entienden los que comparten madre. Con esa confianza de quienes una vez durmieron en la misma habitación.

Por eso, cuando recuerdo aquellos anuncios que tanto marcaron a nuestra generación, me pregunto quién narices querría un primo cachas teniendo hermanos mayores.

Tus aliados. Tus protectores. Tus amigos.

 

Crédito de la imagen: Magdalena Wosinska