Hay personas que actúan en las redes sociales igual que ciertos conductores: se piensan que los insultos y las muecas agresivas no importan porque el coche les protege. Pero lo cierto es que importan. Lo mismo en internet, porque al otro lado de nuestra ira hay personas a las que hacemos daño con nuestros comentarios. Esto ha recibido el nombre de e-suffering y define todas aquellas situaciones en las que nos encontramos pasándolo mal por motivos que suceden única y exclusivamente en la red. Es sufrimiento delante de una pantalla. Pero no por ello tiene menos valor. Es igual de real que el que vivimos en nuestro día a día en el mundo terrenal, está vivito y coleando.
Igual que sucede con el offline, el e-suffering es a veces creado por nosotros mismos y otras veces por los demás. A veces es muy tonto y a veces es muy serio. Intentemos evitar las primeras y denunciar las segundas. Las cinco primeras de la lista son generadas solo por ti pero, si no se gestionan bien, pueden llegar a inducir a trastornos obsesivos. Las tres últimas son provocadas por otras personas: tú puede que incluso hayas contribuido y son casos que se pueden denunciar.
1. Nadie te contesta en el grupo de Whatsapp
Has preguntado a los colegas de toda la vida quién puede quedar hoy y te gustaría que existiera un emoji de bolas de paja para representar el silencio que has recibido. Justo después, alguien envía un meme y todo el mundo contesta con muchos “jajaja” efusivos. Pues qué bien.
2. Las fotos de la nueva pareja de tu ex
También has puesto su nombre en Google y has pasado de la página 2, algo que no hacías ni para los trabajos del instituto. Has cerrado la sesión de Linkedin para poder cotillear a tu ex y a su nueva pareja sin que ellos vean que has visto su perfil. Te da mucha rabia que se pueda ver quién mira las stories de Instagram porque se te vería demasiado el plumero.
3. Vigilas con atención tu número de seguidores
Tienes la aplicación de Followers+ de Instagram que te chiva quién te ha dejado de seguir. Te han hecho muchos unfollows de repente y no sabes por qué. Encima, acabas de darte cuenta que ese fotógrafo tan guay no ha cumplido la regla del follow for follow y te ha dejado de seguir.
4. No tengo likes, nadie me quiere
Te estabas preparando a que tu móvil petara por todos los likes que pensabas recibir en la última foto que has colgado pero no has llegado ni a la mitad. Tal vez la has colgado a una hora mala, o deberías haber subido más la saturación en los colores. Te planteas si deberías borrarla o dejar que el océano de internet se la lleve mar adentro.
5. La vida de la gente es más divertida que la tuya
Todo el mundo ríe más que tú, las stories de Instagram son la prueba irrefutable de ello. El cuerpo de la gente está más moldeado que el tuyo, a pesar de ir al gimnasio tres veces a la semana e intentar comer poco por las noches.
6. Los haters de toda la vida
La gente pone comentarios mezquinos en tus vídeos de YouTube, en Twitter, Instagram o en los posts que escribes en tu blog. La gente detrás de una pantalla es más elocuente y atrevida que delante de un humano. A veces es envidia convertida en crueldad. Todo lo que publiquemos va a ser leído o visto por personas. Y lo que es peor: se queda para siempre.
7. Los desconocidos pervertidos
Has recibido cada solicitud de mensajes de gente desconocida, que ni en una peli de Almodóvar. Recibes un mensaje de una cuenta falsa proponiéndote llegar a un acuerdo económico por mantener relaciones sexuales. Otros que te proponen posar para ellos en pelotas. Te preguntas si estás colgando demasiadas fotos donde se ve carne y tal vez estás mandando un mensaje erróneo a tus seguidores. Luego lo piensas dos veces y concluyes que hay gente muy salida en Internet.
8. Revenge porn
Está rondando por la red una foto tuya sin que hayas dado el consentimiento. Eso es algo muy grave. Pon en Google las palabras 'ciberacoso' y 'suicidio' y verás cómo el primero provoca el segundo diariamente. Probablemente te salga el caso de Tiziana Cantone, la chica italiana que no aguantó ver sus vídeos sexuales por todo internet y decidió que ya no le valía la pena vivir. Ayudar a la difusión de este tipo de contenido no tiene ninguna gracia así que no seas parte de ello.
Al igual que en el patio del colegio, donde creemos que un capón más a ese chico que está recibiendo tantos no se notará, en las redes también pensamos que un comentario o compartido no hará daño y sí lo hace. Y también que deberíamos tratar a los demás internautas como nos gustaría que nos trataran a nosotros, como en la vida real, vamos. Así que: be kind and stop hating.
Crédito de la imagen: Fia Yaqub.