Caer siempre bien a los demás es un arte y, prácticamente, una tarea imposible, porque siempre habrá alguien que no pueda ni vernos. Allá ellos. Pero aún así, muchos todavía nos esforzamos por ser amables, educados, cercanos, compasivos y cariñosos. Todos los ingredientes para que los demás, al menos los más allegados, vean que somos una persona de fiar y busquen nuestra compañía. Aunque determinados hábitos, muchas veces adoptados con el tiempo de forma inconsciente, nos alejan de ese objetivo y convierten a quien comienza a practicarlos en un ser despreciable, en una persona a la que es mejor tener lejos. En un auténtico gilipollas, por muy amigo que sea.
Para que puedas detectarlos con facilidad, eliminarlos o ayudar a tus colegas que están ‘digievolucionando’ en gilipollas, aquí tienes una lista con los indicios más importantes:
Rivalizan, rivalizan, rivalizan
Siempre buscan ser mejores que los demás, incluso en los asuntos más triviales. Se comparan, compiten y tiran por tierra los logros del resto. Sí, tal vez sean nimiedades, pero a nadie le gusta que devalúen sus victorias, aunque estas sean pequeñas. Y, por eso...
Se erigen como líderes en cualquier situación
A la menor oportunidad, organizan, reparten y mandan. Son ellos los que tratan de imponer los destinos de vacaciones, los lugares y horas para vuestras quedadas, sin permitir que los demás den su opinión u ofrezcan alternativas. Lo que nos lleva a determinar que...
Toman a los amigos como enemigos
Lo que el otro tenga que aportar carece de importancia o es absurdo. Siempre y bajo cualquier circunstancia. Toman cualquier pretexto para seguir discutiendo y se encelan cada vez que alguien les lleva la contraria. Por eso...
Son bastante groseros
No solo critican las decisiones que no son suyas, sino que se vuelven ofensivos y avergüenzan al resto cuando les llevan la contrario. Porque siempre, siempre, siempre...
Quieren ser el centro del universo
Solo hablan de sí mismos, piensan que son los únicos importantes y que todas sus palabras deben ser bebidas por ser el mejor de los deleites. Están seguros de que cualquier plan que no cuente con su presencia será un fracaso, no saldrá adelante o perderá lo más importante de todo: lo que ellos tienen que aportar. Y con esto, tan solo consiguen una cosa...
No son capaces de generar confianza
Porque nadie considera que la merezcan. Se han vuelto negativos, deshonestos y muchas veces caen en una altivez que les aleja del grupo. Y, como ellos no lo entienden, todavía se enrocan más, generando un círculo vicioso que les aleja más del grupo y que les convierte en verdaderos...
Gilipollas
Y para este cuadro 'clínico' tan solo hay un antídoto, un medicamento en forma de frase categórica. Mira al sujeto en cuestión directamente a los ojos con cara de incredulidad y, mientras espiras una amplia bocada nada de aire, dile: "Amigo, por favor, relájate".