Eres joven, has acabado los estudios y, empujada por tus ansias de aprender idiomas y tu espíritu de aventura, te decantas por el clásico de ofrecerte como ‘au pair’. Así terminas convirtiéndote en la Mary Poppins de una familia inglesa cuyos hijos cuidarás a cambio de alojamiento y manutención. Piensas que serán unas pocas horas al día, que mejorarás tu inglés y tendrás tiempo para conocer otro país y a gente de tu edad con la queespíritu de aventura. Pero las cosas a veces no salen como imaginas y acabas por trabajar 12 o 14 horas al día, cuidando a los niños, limpiando la casa, sin ningún contrato y por un sueldo que equivale a la paga que te daban tus padres cuando ibas al instituto. Y, lo peor de todo: ¡en condiciones, en algunos casos, de semiesclavitud!
Sin ninguna ley que proteja los derechos de las ‘au pairs’ —más allá de un acuerdo europeo sobre la Colocación 1969 que estipula que su trabajo no puede exceder las cinco horas— estas jóvenes están a merced de familias que, en muchos casos, se pasan tres pueblos con sus exigencias. Estas son las experiencias de cinco chicas españolas que llegaron a acuerdo europeo sobre la Colocación 1969 para aprender un idioma y lo que aprendieron es que la vida es dura y que los ‘jetas’ proliferan como los Mc Donald´s al otro lado del Canal de La Mancha.
Nunca se lo hemos contado a nadie. A mi novio y a mí nos cogió una familia del norte de Inglaterra, a mí como 'au pair' para cuidar a los tres hijos y a él para cuidar a los animales. Vivían en una casa a kilómetros de ninguna parte con siete caballo, ocho perros y muchísimos gatos. Esa fue la primera mentira, porque al final acabamos ocupándonos los dos de todos los animales —había que sacar a pasear a cada caballo y cada perro, alimentarlos a todos, e incluso limpiar los establos—. ¡Y también la casa! Además, nos dijeron que nos pagarían la academia de idiomas, pero en el tiempo que estuvimos allí solo ponían excusas.
Nos dieron un coche para ir a los establos, que estaban lejos, y llevar a las niñas al colegio, pero solo llenaban el depósito lo suficiente para este recorrido 10 libras de nada y si se nos acababa la gasolina llegábamos a poner dinero de nuestro bolsillo. Un día, la nevera se estropeó y utilizaron otra que había en un cobertizo pero cuando salían a trabajar la cerraban con un candado y se llevaban la llave. Normalmente, no comíamos nada hasta que volvían de trabajar.
Por si fuera poco, la madre solía emborracharse y gritaba a las niñas y a nosotros. Estábamos asustadísimos y una noche la cosa se calentó, discutimos con ella y nos echó de casa en mitad de la oscuridad. Le suplicamos que no lo hiciera y lloramos. Al final nos permitió quedarnos, pero ese día decidimos que nos iríamos. Mi consejo para quienes quieran vivir esta experiencia es que lo hagan, pero si ven el mínimo indicio de que se están aprovechando de ellos, que no se desanimen y busquen otra familia antes que tirar la toalla y volver a España.
Sariel, 26 años Sevilla
La familia con la que estuve era de una ciudad cerca de Blackpool Inglaterra y estaba completamente desestructurada. Tenían tres hijos pequeños y un adolescente de un matrimonio anterior con problemas de conducta. Un día incluso tuve que llamar a la policía porque llegaron a las manos el padrastro y él. Me pasaba el tiempo trabajando para ellos 14 horas al día y no comía prácticamente nada. Tampoco tenía dinero para productos de higiene. El padre intentó abusar sexualmente de mí, razón por la que decidí irme de la casa sin aviso tras mes y medio. No estaba dispuesta a aguantar un sitio donde se me trataba como una esclava, se me ‘ninguneaba’ y, para colmo, me encontraba acosada por un pervertido.
Marta, 27 años Barcelona
Creo que ser ‘au pair’ es una buena experiencia si lo haces con 18 o 19 años. Yo me fui con 25 años, justo cuando acabé la carrera, y ya no era ninguna niña que necesitase una familia que cuidase de mí. Además, la familia con la que me topé no era lo más maravilloso del mundo. Parecía no tener muy claro qué era una ‘au pair’ y me hacían limpiar una habitación de la casa cada día de la semana, incluyendo el cuarto del matrimonio, la cocina, etc. Además, tampoco tenía tiempo para nada más que no fuera ir a la academia de idiomas, que no me pagaron.
Me encargaba de todo, incluido llevar al colegio a los niños y quedarme en la puerta esperando con el coche a que acabasen sus clases y sus extra actividades escolares para traerlos de vuelta. En total, dedicaba cuatro horas a esperarlos, traerlos a casa y luego pasaba el resto de la tarde con ellos. Eso sin contar las tareas de limpieza que me ocupaban varias horas al día.
Me marché para trabajar de ‘au pair’ un verano, ganar algún dinero y aprender inglés, pero no llegué a quedarme ni un mes con la familia. El niño me insultaba y me decía que volviera a mi país, e incluso me pegó una patada en una ocasión. Y la madre no hizo nada. También me obligaban a dormir en casa de una amiga los días que libraba si iba a llegar más tarde de las 22 horas y volver a casa antes de las 10 de la mañana. Como ya no me querían allí, me hacían putadas como encerrarme dentro de la casa o no comprar comida. El día que me largué fue cuando el padre me dijo que no servía para nada y les hacía perder dinero.
Mi historia fue mala, pero conozco casos peores: chicas a las que los padres echan de la noche a la mañana en una ciudad donde no conocen a nadie y otras que son tratadas como una mierda y vuelven con la autoestima por los suelos. Pero el caso que más me impactó fue el de una chica que llegó a la casa y la “familia” resultó ser una mujer que la quería para la prostitución. Eso me dejó descolocada y me di cuenta de lo desprotegidas que estamos.
Hay muchas historias semejantes y tan dramáticas que a veces es un 'ver para creer'. Llegan ilusionadas a un país nuevo, a horas de avión de sus casas y su experiencia se convierte en una pesadilla. Para evitar estar más desprotegidas, las 'au pairs' han creado comunidades en las redes donde hacen 'listas negras' para advertir a las compañeras de las familias que buscan una niñera cuando quieren decir 'esclava'. Si te está ocurriendo también a ti, contacta con ellas.