30 confesiones de un gordo de menos de 30 años

Llevo toda mi vida siendo gordo. No pasa nada, no es grave, aunque es verdad que mis arterias quizá no piensen lo mismo después de años y años de bebidas azucaradas, comida basura y sofá. Mucho sofá. Mucho de todo. La filosofía de la pizza barbacoa f

Llevo toda mi vida siendo gordo. No pasa nada, no es grave, aunque es verdad que mis arterias quizá no piensen lo mismo después de años y años de bebidas azucaradas, comida basura y sofá. Mucho sofá. Mucho de todo. La filosofía de la pizza barbacoa familiar con masa rellena de queso para una sola persona. Con alitas picantes y helado de postre si hace falta. En fin, que he decidido abrir mi cansado corazón para explicar qué se siente al ser un tío gordo y joven en la era del Crossfit, el Tinder y la paleodieta.

1. De pequeño me escondía para comer chocolate en el lavabo porque mis padres me llevaban al pediatra de lo gordo que estaba. Ahora lo sigo haciendo, pero al menos mi médico ya se ha jubilado.

2. Cuando voy a cenar con amigos antes de salir me como un bocata, o lo que haya por la nevera, por miedo a quedarme con hambre. Yo le llamo la primera cena, o el preaperitivo.

3. La primera cena también puede convertirse en una precomida, un predesayuno, o incluso una premerienda.

4. Cuando voy de viaje lo primero que miro en un hotel es si tiene buffet libre de desayuno. Si no, descartado.

5. Piensas cosas como: "¿Mierda, tengo tetas?"

6. Si veo que alguien va hacerme una foto meto barriga con la esperanza de que desaparezca. Pero no, ahí se queda, junto con la vergüenza y la autocompasión.

7. En el colegio llamarle gordo a un gordo no es bullying. A mí me han dicho de todo: foca, cerdo, obeso, tonel, vaca, bola de sebo, gordo obvio, zampabollos… Aunque mi preferida es Big Mac.

8. Se habla mucho de LAS modelos de talla grande, pero no tanto de LOS modelos de talla grande, porque todo el mundo sabe que un gordo no puede ser atractivo.

9. Yo me siento guapo y atractivo. De hecho, lo soy. Y mucho. Como Tony Soprano.

10. Si un gordo adelgaza no es un delgado, sino un gordo adelgazado. Siempre habrá alguien para recordarle lo gordo que estaba.

11. Una persona me preguntó si cuando follo aplasto a la tía que tengo debajo. Lo decía en serio, algo preocupada.

12. Los gordos tienen sentimientos, aunque muchas veces se los comen.

13. Cuando estás entre un grupo de gente y huele a pedo automáticamente todos miran al gordo. A veces he admitido flatulencias que no eran mías, solo para zanjar rápido el asunto. Mejor ser un gordo valiente que un delgado cobarde.

14. Cuando vas a la piscina y toca sacarse la camiseta es un momento tenso: descubres al mundo tu gordura, sales del armario, bueno, de la nevera.

15. Cuando la gente conoce a mi novia flipan. Se esperan que esté gorda. Así va el mundo.

16. Las frases: “¿cómo has conseguido este pibón siendo, en fin, tú?” son habituales.

17. A veces hago bromas de gordos para que todo el mundo sepa que no me importa. Pero mierda, sí que me importa.

18. Hay gente que intentará solucionar ‘tu problema’. Siempre hay un entendido que conoce una dieta milagrosa, como la del limón o la alcachofa. No necesito su ayuda: soy un experto en dietas. A lo largo de mi vida creo haber hecho más de 30.

19. Respeto mucho a los nutricionistas, pero cuando conozco a alguno me siento culpable, porque sabe de un vistazo que algo estoy haciendo mal. Los dos lo sabemos.

20. Hay gente que te dice: “Si quieres adelgazar, deja de comer, y ya está”.

21. Si quieres dejar de fumar, déjalo, y ya está.

22. Si quieres dejar de beber, déjalo, y ya está.

23. Si quieres dejar de ser un gilipollas, en fin, ya sabéis a qué me refiero.

24. Si estoy cenando con alguien y se va al lavabo, le robo comida, y reorganizo el contenido del plato para que no se note. Se lo hago mucho a mis amigos, y creo que lo saben, pero no dicen nada. Eso es la verdadera amistad.

25. Cuando como en grupo sigo una estrategia perfecta para ser el que más coma: primero me sirvo una generosa ración. Después sigo atacando la fuente principal usando preguntas señuelo a la audiencia para que no se percaten del robo. Mientras, mi reserva de patatas fritas, por ejemplo, permanece intacta y segura en mi plato.

26. Tu gordura condiciona todo lo que hagas: si comes, te mirarán y señalarán diciendo “mira el gordo ese cómo papea, hay que ver cómo zampa”. Esto mismo es aplicable a sentarse, caminar e incluso hablar. Un gordo convierte cualquier actividad en una comedia.

27. Hay diferentes métodos para capear socialmente tu gordura y distraer tu sobrepeso ante los demás. Por ejemplo: vestir oscuro, no salir de casa o ser un gordo gracioso. Mi estrategia de camuflaje es la última. El problema es que al final siempre se descubre el pastel.

28. Joder, cómo me apetece un pastel. Un Carrot Cake me serviría. Además lleva zanahoria, y la verdura no engorda.

29. Una vez me encontré a un gordo en la terraza del Razz. Estaba obeso, hecho un ternero, un proyecto de lechón, todo sudado y sentado de aquella manera que se sientan los gordos, es decir, intentando disimular la panza con los codos apoyados en las rodillas. Después de unas copas no pude evitarlo y le solté un discurso pesadísimo, sobre que todo el mundo se avergüenza de algo, y que no puede permitir que la sociedad le acompleje y demás frases de manual de autoayuda. Era alemán y no hablaba una palabra de castellano. Pero creo que me entendió. Entre gordos nos entendemos.

30. “No, un momento… ¿Tengo tetas?”