Así es la vida en Tristán de Acuña: la isla más remota del planeta

Los 245 habitantes de Tristán de Acuña viven aislados del mundo a 3.000 kilómetros de tierra firme y con una única conexión anual con el resto del mundo

Quienes han nacido en pueblitos pequeños y emigran finalmente a las grandes ciudades tienen la sensación de estar dejando atrás un páramo remoto. Un territorio aislado donde el tiempo transcurre muy despacio y apenas pasa nada. Pero no sentirían lo mismo si supiesen lo que implica vivir en Tristán de Acuña, una isla ubicada en el Atlántico Sur a 3.000 kilómetros de distancia de tierra firme. Un lugar sin aeropuerto, con tan solo una cafetería, una escuela pequeñita y un hospital, que los seres humanos colonizamos a principios del siglo XIX. Hoy son 245 personas quienes viven allí, en su pueblo Edimburgo de los Siete Mares.

Una vida bastante peculiar marcada por el hermetismo. Después de todo, el barco que cubre la ruta entre la isla y Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, navega tan solo una vez al año. Y con espacio muy limitado. Y la opción de navegar con tu propio barco durante 18 días es cuanto menos peligrosa. Hablamos de navegar por un abismo colmado de vientos, olas y rocas. Nada que te apetezca hacer este fin de semana. Así que quienes viven en Tristán de Acuña tienen una relación muy especial. Como explica un exhabitante de la isla para la BBC, "las personas con las que vas a la escuela serán las mismas con las que vivirás el resto de tu vida". 

Es un entorno completamente inimaginable para la mayoría de nosotros. Uno donde la conexión a internet deja bastante que desear y donde tu día a día está marcado por las mismas personas y... el mismo silencio. Harold Green, habitante actual de Edimburgo de los Siete Mares, donde se acumulan las 133 mujeres y los 112 hombres presentes en la isla, dice en aquel mismo reportaje que el ambiente "es tan silencioso que se puede oír crecer la hierba". ¿Una exageración? La verdad es que no vamos a mandar a un redactor hasta allí para comprobarlo, aunque sería increíble poder vivir la experiencia una temporada, ¿verdad?

Pues está bastante complicado. Llegar hasta allí es toda una aventura, pero convertirse en un habitante más de la isla es prácticamente imposible. Según las palabras de Alasdair para la BBC, "el Consejo de la Isla tiene que aprobar a cualquiera que quiera mudarse allí de forma permanente y la mayoría de los solicitantes son rechazados generalmente". ¿Has visto la película de La Playa con Leonardo DiCaprio? Pues algo parecido a eso pero todo bien legal y estructurado. En muchos aspectos un paraíso, pero el propio Alasdair alerta sobre la "tendencia a romantizar la vida en la isla". No todo es tan maravilloso allí dentro.

Una de las razones es el peligro. La isla en sí misma es un gigantesco volcán llamado Queen Mary's Peak. Y, aunque no se prevee su pronta erupción, la última vez que lo hizo fue en el año 1961. Por otro lado, todo eso de estar tan profundamente aislados tiene sus desventajas. La pandemia del coronavirus produjo el bloqueo de los barcos de mercancías que llevaban comida a la isla. Se quedaron sin frutas y verduras. Cuentan con alimentos marítimos propios que les permiten sobrevivir, como la langosta local, pero evidentemente hacen falta más suministros. Desde luego, tu pueblito en el campo está megaconectado al lado de esta isla.