A Veces Una Sonrisa Puede Cambiarlo Todo

Descubre cómo sonreír puede ser transformador. Por la coach y filósofa Beatriz Ariza en Código Nuevo

Una sonrisa puede iluminar una sala, romper el hielo, acercar a desconocidos, convertir en especiales los días rutinarios y hasta atenuar conflictos. Es totalmente gratis y sin embargo a veces nos cuesta mucho regalarla. Como si nos cansara sonreír, pensáramos que nos va a quitar tiempo, o temiéramos que con ella diéramos una parte de nosotros. De hecho, parte del problema viene cuando la palabra “serio” es polisémica, y hace que confundamos la profesionalidad con la falta de alegría. Basta ir en el autobús o por la calle y ver las caras de muchos, que parece que se piensen que el Gobierno cobra por hacer una mueca de alegría.

Por suerte, la sonrisa sobrevive a muchos enfados, a muchas caras cansadas e incluso ha sobrevivido a los cambios tecnológicos. Los emoticonos de smiley los ponemos casi en cada coma de las conversaciones de WhatsApp, porque al final nos damos cuenta de que por escrito todo se llena de malentendidos, y porque necesitamos expresarnos y compartir la felicidad con otros.

De hecho, así nacieron los primeros emojis. En los años 80, los científicos del cómputo Scott Fahlman y Neil Swartz propusieron los caracteres de la sonrisa para expresar que un comentario era en broma. Ni más ni menos que unos pioneros del frikismo, de esos que serían capaces de encerrarse con el ordenador durante horas o tener un orgasmo con un hallazgo científico, vieron también la necesidad de expresar emociones cuando se escribían a través de Internet. Y es que hasta Sheldon necesita sonreír y que le sonrían.

Lo más fascinante de todo es que, si es auténtica, la sonrisa tiene muchos beneficios para nuestra salud, y no solo la salud mental y emocional. Está demostrado que sonreír ayuda a segregar endorfinas. Cuando nuestra sangre aumenta los niveles de estos neurotransmisores, se reducen el dolor, el estrés y la ansiedad y, por otra parte, aumentan la creatividad y la serenidad. Además, las endorfinas que segregamos favorecen nuestras habilidades sociales como la empatía y funcionan como un antioxidante natural. En resumen, que si sonríes sinceramente y a menudo, aumentas tus posibilidades de ligar, estar animado, vivir más años y tener éxito. Por eso, tiene sentido aplicar a la sonrisa la frase que el filósofo William James decía en relación a cantar: “el pájaro no canta porque es feliz, sino que es feliz porque canta”. Pues igualmente podemos ser más felices si sonreímos más a menudo.

Pero también es necesario saber llorar, estar en silencio, relajarse sin más, o vibrar con otras tantas emociones humanas. Todo el mosaico emocional forma parte de la vida y eso es lo que hace que sea auténtica. Por lo tanto, no todos los momentos merecen una sonrisa, pero lo que sí tengo claro es que todas las sonrisas merecen un momento. Un momento para ser contempladas, como ese regalo misterioso, contagioso y universal, capaz de cambiarlo todo.

Consejo milenial: sonríe.

Créditos de la imagen: themountainlaurel.tumblr.com