Este es el significado de tus fantasías sexuales

Las fantasías son muy diferentes entre hombres y mujeres, aunque hay algunas que son recurrentes en ambos y se repiten

¿Cuántas veces te has imaginado haciendo un trío con tu pareja? ¿O cuántas veces has imaginado que estabas en mitad de una orgía? Las fantasías sexuales son naturales en todos los seres humanos. Ahora bien, a lo largo de la historia ha existido una confusión de la que no hemos sido conscientes: existe una diferencia enorme entre lo que es una fantasía y entre lo que es deseo. Para profundizar en este ámbito, la sexóloga, escritora e investigadora francesa Valèrie Tasso ha dado las pautas para comprender el imaginario erótico, observar las diferencias entre las fantasías de los hombres y de las mujeres y comentar el origen de algunas de las fantasías que lxs lectorxs de Código Nuevo han compartido con nosotrxs.

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En primer lugar existe una diferencia fundamental entre fantasía y deseo pero ambos pertenecen a lo que llamamos el imaginario erótico. Dentro de este imaginario está la fantasía que responde a la pregunta: ¿qué soy capaz de imaginar? y, como explicábamos, dentro de este mismo imaginario está, también, el deseo que responde a otra pregunta: ¿qué quiero? Entre una pregunta y la otra hay un abismo pero sí es verdad que se retroalimentan: gracias a las fantasías puedes tener e incrementar el deseo. Y haciendo realidad los deseos puedes incrementar tus fantasías.

Tus fantasías y las mías no son las mismas

Valèrie Tasso explica que para poder plantear bien la diferencia a través de un ejemplo, hay que salirse del plano sexual y hacerlo a través de una situación convencional, ya que en el ámbito sexual se tiende a prejuzgar a las personas. "Tanto hombres como mujeres han fantaseado con matar a un vecino que pone la música a tope a las cuatro de la mañana, ¿cuál es la fantasía? Tirar al vecino por la ventana. Pero, ¿cuál es el deseo? Que apague la música. Aquí se ve claramente la diferencia, es decir, soy capaz de imaginarme acabando con mi vecino pero no lo voy a hacer porque tengo un código moral, una ética. Por ello lo que voy a hacer será tocar su puerta y pedirle que, por favor, apague la música", comenta la experta.

Las diferencias entre las fantasías de los hombres y de las mujeres pueden sorprender muchísimo. Siempre hemos imaginado a una mujer tremendamente romántica en sus fantasías, imaginándose haciendo el amor en la playa, bajo un cocotero. A los hombres, en cambio, los hemos imaginado un poquito más 'bestias', por decirlo de algún modo. La realidad es completamente diferente. De hecho es al revés. El motivo de que esto sea al contrario es, según Tasso, muy claro: "Durante siglos, a las mujeres, nos han negado la posibilidad de hablar de sexo entonces hemos desarrollado una capacidad simbólica impresionante, si no podíamos hablar de nuestro deseo, hablar de nuestra sexualidad o de nada que tuviera relación con el ser sexuado de la mujer porque se le negaba el placer, entonces hemos creado un imaginario riquísimo. Y precisamente —sin generalizar— las mujeres tenemos fantasías eróticas muy bestias".

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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El hombre va más a lo clásico, sus fantasías son más convencionales: tríos o sexo anal que, además, de ser fantasías pueden convertirse en deseos, es decir, hacerse realidad y llegar a practicarlas. Las mujeres tenemos unas fantasías que van más allá y que, en general, abarcan muchas veces la erótica del BDSM lo que mal llamamos el sadomasoquismo. Aparecen fantasías como mujeres que quieren dominar a un hombre, mujeres que desean estar sometidas, mujeres que fantasean con algo de violencia, mujeres que fantasean con relaciones lésbicas aunque no se consideren lesbianas. "Abarcan unas fantasías diría, para el resto de la sociedad, perturbadoras. Las mujeres generan en el imaginario detalles que son absolutamente asombrosos y es ahí donde está la riqueza", detalla la sexóloga.

Orígenes y ejemplos

La fantasía trata de poder pensar lo que nos de la gana por eso cualquiera de ellas será sana. Es un espacio donde somos libres. Se recibieron muchísimos ejemplos de fantasías sexuales. Otras tantas de las respuestas hablaban de los deseos o las prácticas que, usualmente, excitan. Es por ello que, desde el principio, decidimos recalcar cuál es la diferencia existente entre ambos términos. A continuación hemos recogido algunas de las fantasías más recurrentes o 'extrañas'.

La sangre

La fantasía alrededor de la sangre no es para nada nueva. De hecho hay muchas personas, sobre todo mujeres, que fantasean con un personaje relacionado a esto: Drácula. Quizás porque se trata de un personaje que tiene el control, es quien manda y te puede llevar a la vida eterna. Siempre ha habido fantasías alrededor de la sangre porque es sinónimo de vida y de muerte a la vez. Lo veo muy bien porque realmente, no hay fantasías que sean raras. Es una fantasía que raramente se puede compartir porque la sangre es un tema tabú. 

Chupar los pies o la espalda

El fetichismo de pies es absolutamente maravilloso. Puede ser una fantasía pero también puede ser un deseo porque aquí no hay nada que vaya contra lo penal. La fantasía puede ir contra lo penal pero se queda ahí, en el imaginario. Cuando se hace conducta, es decir cuando se hace deseo y es, por ejemplo, que te chupen los pies, es fantástico. Los pies siempre han sido protagonistas dentro de las fantasías sexuales porque son fuente de placer. Hay mucha gente que tiene cosquillas pero si se supera este 'momento cosquilla' puede hacer que la persona llegue al orgasmo. La espalda o el principio de la espalda también porque es una zona llena de nervios que puede generar mucho placer

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Hacerlo en sitios públicos

Esta fantasía sexual es muy recurrente tanto en hombres como en mujeres porque genera un montón de adrenalina y esta ayuda a activar el deseo. Cuando hablo de adrenalina me refiero al miedo, al riesgo. Esa posibilidad de ser pillados activa muchísimo el deseo. No hablamos del miedo que paraliza sino del miedo que, bien gestionado, excita mucho. Crece el deseo de hacerlo y el deseo hacia la otra persona.

Parecerse a una actriz porno

La fantasía —lo positivo que tiene— es que permite cualquier escenario y cualquier tipo de guión. Muchas veces puede ocurrir en mujeres que han estado reprimidas y que, de repente y justamente porque la pornografía se ha puesto muy de moda, se imaginan siendo actrices porno, estando en medio de un gangbang, por ejemplo. Estando, también, en mitad de una orgía o en medio de un bukkake. Esta idea de ser la protagonista excita muchísimo. Lo hace porque, además, genera despreocupación ya que serán los demás los que se encarguen de dar placer. Esta fantasía la tienen muchísimas mujeres. En la fantasía el pudor no existe y esto permite que la mujer se imagine en cientos de contextos elevadamente sexuales.

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Sentirse dominada, insultada o sometida recurrente en mujeres

Es la fantasía más recurrente en las mujeres. De hecho, ocuparía el primer lugar. Estamos viviendo una apertura sexual de la mujer en el que ella ya puede hacer explícitos sus gustos sexuales. Estamos ante una situación que puede generar controversia con la situación actual: "Yo soy feminista pero puedo en, un momento dado, fantasear con que me sometan estando a cuatro patas y comiendo en un plato de perro". Es una fantasía. Esto es muy interesante porque, de repente, hay un cambio de rol: fantaseamos con la idea de sentirnos objetos. Esta fantasía da la sensación de que está echando por tierra este empoderamiento sexual de la mujer pero no es así, al contrario.

"Si quiero sentirme, en mi fantasía, insultada o dominada es porque quiero sentirme un objeto sexual y esto no tiene nada de negativo. Estas fantasías han ido creciendo porque tenemos menos miedo a nosotras mismas y tenemos más claro lo que queremos. Y sí, se puede ser feminista y fantasear con la idea de ser sometida o incluso transformarlo en deseo y trasladarlo a la realidad", explica Tasso.

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Porque ¿qué tiene que ver la ideología con la erótica? ¿por qué se tiene que juzgar a una mujer por su sexualidad cuando no tiene que ver con la ideología? "Son terrenos completamente diferentes, ¿por qué una mujer feminista no puede fantasear con la sumisión? ¿la hace esto menos feminista? No. Estamos hablando del terreno sexual y de los gustos eróticos y no de la reivindicación de lo que nos merecemos por ser mujeres", detalla la experta. 

No tengáis miedo a vuestras fantasías eróticas. Nos han hecho creer que fantasear es lo mismo que desear. Fantasear nos permite alejarnos y salirnos de la moral, del ojo del otro que nos juzga para estar a solas con nosotrxs mismxs. El deseo es llevar a la práctica algo que realmente quiero. Si confundimos fantasía con deseo, lo único que vamos a conseguir es tenernos miedo. Si ocurre este miedo nos convertiremos en seres más manipulables, las esferas de poder nos controlarán mejor.