A veces necesitas tocar fondo para empezar a levantarte

La clave para superar una supercrisis es observar tus emociones sin juzgarlas

El final del abismo. Allí donde lo único que ves son sombras y lo único que oyes es el tenue sonido de tu voz vencida. Llegaste ahí encadenando batacazos. Uno tras otro. Cayendo en picado bajo el ímpetu despiadado de una vida que no hace amigos. Hacia un fondo frío pero cómodo. Sin resistencia ya. Sin autoestima. Sin ego al que agarrarse para escalar. Sin esperanza. Creyendo con cada inocente célula de tu ser que ya no tienes nada que perder ni nada que ganar. Perdido en tu tragedia. Hundido. Despedazado. Irreconocible. Y solo, muy solo.

Todos hemos tocado fondo alguna que otra vez. Como dice la coach emocional Cecilia Ruiz, cuesta reconocerlo porque "nos engañamos a nosotros mismos pensando que ya lo hemos tocado, cuando la triste realidad es que todavía quedan muchos metros de hundimiento". Pero una vez lo has alcanzado de verdad, "lo sabes porque te encuentras totalmente sin rumbo, rendido, sin saber dónde ir ni cómo hacerlo". Y aunque, como dice ella, no todos los fondos son iguales, porque cada persona es única, todos tienen algo maravilloso en común: puedes aprender de ellos.

"Si no sabes nadar para mantenerte a flote acabarás tocando fondo. Y, aunque la sensación de no poder respirar y de no saber cuándo vas a salir no te guste, el fondo te permitirá coger impulso, además de permitirte ver las maravillas del océano. Porque lo positivo de esto es que te descubres, y puede llegar a sorprenderte tanto tu capacidad de resistencia como la posibilidad de evolución que te ofrece. No podrás evitar la incomodidad ni el sentirte perdido, pero sí tu forma de vivirlo y de aprender de la oportunidad que estás viviendo", cuenta convencida la especialista.

Pero dicho así suena imposible. Al final todos nos hacemos la misma pregunta: "vale, estoy en la mierda y quiero aprovecharlo para crecer como persona, ¿pero cómo demonios se hace eso?". Cecilia habla de la observación, esa herramienta zen tan imprescindible, como llave para conseguirlo. "Observar no es juzgar, no es opinar, no es validar. Es comprobar cómo te afecta lo que te está pasando en la vida. Así dejas de identificarte y tomas distancia. Ya no estás tan dentro del problema. Ahora ves todavía mejor. Y cuanto más ves, más respuestas aparecen", explica.

Porque al final, y como bien indica la experta en inteligencia emocional, "tú no eres ese problema que tienes". Esa ruptura o ese bache económico. Eres mucho más. Mucho más que un conjunto de problemas que te atenazan. Hablando más claramente, "tú tienes una dificultad en ese instante para resolver una situación concreta", pero no debes identificarte con ella. "Si te crees que tú eres el problema en sí, ¿cómo vas a resolverlo", se pregunta Cecilia Ruiz. Es decir, que no solo es absurdo pensarlo, sino que resulta absolutamente contraproducente. Un ‘autoboicot’ letal.

O casi letal, ya que por muy profundo que sea el fondo sobre el que te arrastras en este instante, por muchas zancadillas que te pongas a ti mismo, tu desastre es siempre reversible. "Para que algo sea reversible solo hace falta un requisito: estar vivo. El problema es que a veces el fondo está a varios metros, con lo que el ascenso puede no ser inmediato. Eso nos confunde porque volvemos a pasar por lugares que visitamos en nuestra bajada a los infiernos y creemos estar estancados. Pero no, ya has iniciado tu ascenso", dice Cecilia. Siempre lo hacemos.

Aunque no todos abandonan el abismo con el mismo aprendizaje en la mochila. En palabras de la coach, "aquellas personas que consigan durante esta situación hacer del carácter observador y de la sinceridad consigo mismas sus herramientas, las llevarán de compañeras a partir de ese momento". Otras personas, con peor actitud y predisposición, más cargadas de victimismo estéril, saldrán del fondo sin haber experimentado el desarrollo personal. Algo que lamentarán mucho la próxima vez que tengan que versélas con alguna otra fosa abisal.

Porque llegará. Los momentos críticos son parte de la existencia humana. Y tal y como nos recuerda la especialista, "las etapas difíciles son inevitables y suceden para nuestra evolución, porque aquí hemos venido a evolucionar". Al fin y al cabo, añade, "todo lo que se estanca acaba podrido". Lo importante ante esta realidad, que es como es, sin más y por mucho que maldigas, es cómo la afrontamos. La experta en autoconocimiento añade dos claves más para afrontar estos ‘superbaches’: recordar que es temporal y que, aunque así lo sientas, no estás solo.

Idas y venidas. Subidas y bajadas. Tropiezos y declives meteóricos. El mundo es caprichoso e indiferente a nuestros deseos y en ocasiones aprieta con demasiada fuerza. Pero no es nada que no podamos soportar. Quizá el truco más viejo y útil sea el de no tomárselo nunca como algo personal. Mantener la calma cuando todo parece derrumbarse a tu alrededor. Porque como dijo Harvey Dent en El Caballero Oscuro, y Cecilia se hace eco de esta bonita imagen, "la noche es más oscura justo antes del amanecer". Y amanecer, amanece siempre, sin falta.