¿Qué son las filias sexuales? Estas son las más raras que existen

Las filias sexuales son tan variadas como la imaginación permita y están ahí para probarlas. O no.

¿Lo tuyo es disfrazarte y adoptar el rol de otra persona? ¡Perfecto! ¿Que eres de los que se pone a tono dando o recibiendo unos azotes? ¡Adelante si tienes con quién jugar! ¿O eres más de excitarte con los pies de tu pareja? Si lo que te pone es ver o ser visto, hacerlo en un coche o untarte mermelada, formas parte de la mayoría de la población.

Existe una enorme variedad de gustos, deseos y posibilidades, por eso, hay tantas formas de disfrutar del sexo como personas. La sexóloga Georgina Burgos defiende habría que eliminar las etiquetas: “Desde una perspectiva médica la palabra parafilia define una desviación sexual, pero desde la sexológica el enfoque es totalmente diferente y hablamos de peculiaridades, en ningún caso con una connotación negativa, porque aceptamos la diversidad humana”.

Por eso desde la sexología se pretende erradicar por completo palabras como 'desviación' y hablan de peculiaridades en la condición sexuada de las personas. “Los términos que utilizamos nunca son banales, porque el lenguaje es generador de realidades", informa la sexóloga. "Quizás es más problema que te cuelguen una etiqueta negativa cuando no es justa ni real que tener esa forma de expresarte sexualmente”.

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Lo que para unos es placentero, para otros puede parecer extraño. Y esa misma senda interminable de opciones se convierte en ocasiones en un camino difícil de transitar y no demasiado bien visto por una sociedad. Desde aquí reivindicamos la libertad de hacer lo que te dé la gana en la cama o fuera de ella, siempre desde el respeto y el consentimiento y sin tener que dar explicaciones a nadie. Olvídate de los prejuicios y disfruta, sea cual sea tu rollo.

Las filias sexuales más curiosas

Desde el bondage a la sumisión, pasando por el masoquismo, el gusto por la autoasfixia o la fantasía de recrear un asalto violento antes de tener sexo. Las filias sexuales son tan variadas como la imaginación permita y están ahí para probarlas. O no.

Parcialismo

Es el interés sexual por una parte del cuerpo en concreto. Seguro que te has cruzado con alguno que se explaya más de la cuenta en comerte la oreja otofilia, aunque lo más común es la podofilia que no pedofilia, el fetichismo por los pies. También están la maschalagnia por las axilas o la tricofilia por el cabello.

Agrexofilia

Atracción por el hecho de que la actividad sexual sea oída por otras personas.

Autagonistofilia

Atracción por ser visto por otras personas durante el acto sexual.

Dacrifilia

La película The Little Death lo retrata a la perfección: personas que se excitan con las lágrimas. Lo más normal es provocar el llanto de la otra persona y es ver una lágrima y se ponen como motos.

Somnofilia

O síndrome de la Bella Durmiente. El somnofílico solo se excita al interactuar sexualmente con alguien que está totalmente frito. Los hay que se conforman con mirar a quien tienen al lado durmiendo y masturbarse y hay quienes sienten la necesidad de acostarse con alguien que esté totalmente inconsciente por el sueño.

 Urofilia y coprofilia

La primera es la capacidad de excitarse por la orina, ya sea orinando encima de alguien o bañándose en ella. La famosa lluvia dorada, vamos. Por el otro lado literalmente están los coprofílicos, que se excitan con los excrementos.

Me va ese rollo ¿y qué?

“En sexología entendemos que hay unas eróticas más frecuentes porque hay más personas que están en ellas. Pero por el hecho de que haya menos personas practicando un tipo de sexualidad no significa que sean anormales o tengan una desviación”, admite Georgina.

Por ejemplo, hay gente que se excita simplemente pinchando globos, ya que el susto que les genera para ellos es un detonante de la excitación. Este tipo de apetencia sexual, que seguramente ni habríamos imaginado, existe.

Otra conducta peculiar es la de personas que tienen relaciones sexuales adoptando un rol de bebé, poniéndose pañales, chupetes, etc. Para ellos es una experiencia excitante, que nada tiene que ver con la pederastia. Pero esto es muy minoritario. Hay quien tiene este modo de ver la sexualidad y recurre a él de forma ocasional e incluso puede vivir sin ello porque, por ejemplo, su pareja no lo acepta. “Pero si esa práctica se convierte en tu manera principal o única de excitarte, necesitas encontrar una pareja que comparta este gusto porque, si no, tendrás un problema con tu propia satisfacción sexual”, advierte Georgina.

Parece que hay determinadas cosas que merecen más rechazo y en cambio otras se tienen que aceptar porque sí. “Dependiendo del contexto sociocultural en el que vivas hay prácticas que se consideran aceptables y otras no”, añade Georgina. Sin ir más lejos, en determinados estados norteamericanos el sexo anal está penado con cárcel. Y a lo mejor en nuestra sociedad se percibe como algo fantástico y la gente se puede hasta sentir obligada a experimentarlo. Pero al final somos libres de decidir qué probamos y qué nos gusta.

Crédito de la imagen: Rita Lino