El estudio de tatuajes que tapa para siempre las cicatrices de la violencia de género

En este estudio de tatuajes contra la violencia de género, se defienden los derechos LGTBI y se ayuda a mujeres que sufrieron cáncer de mama.

Diseños pensados para sanar, tatuajes que acaban con un recuerdo infame y pieles que no volverán a ser las mismas. Estas son algunas de las cosas que ocurren entre las paredes de Desideratum, un estudio de tatuajes del barrio barcelonés del Born conformado por ocho mujeres que están dando a conocer la posible función social del arte de Desideratum ayudando con su tinta a todos los clientes que lo necesitan.

 Como nos cuenta su impulsora, Noemí García, el estudio Desideratum abrió sus puertas en abril y, desde entonces, ha demostrado a decenas de chicos y chicas que, mientras sienten cómo la aguja les recorre el cuerpo, podrán compartir con ellas aquello que casi nunca expresan. Incluso, si se trata de sus peores experiencias, como ocurre con las mujeres que acuden allí para ocultar las cicatrices que la violencia de género dejó en su pieles

Tatuajes que tapan el dolor

Las horribles cicatrices que deja este tipo de violencia son lo que las mujeres de Desideratum llevan meses cubriendo con tatuajes. “El objetivo es convertir lo qué un día fue doloroso en algo bonito, dar a su sufrimiento otra visión, un cambio, siempre algo mejor. Saben que aquí no les haremos preguntas”, dice Noemí a la vez que recuerda que este acto de solidaridad y empatía con las víctimas es 100% altruista: dependiendo del nivel económico de la clienta, le hacen el tatuaje gratis o bien le piden que pague únicamente el material.

Al preguntarle por el peor caso que recuerda, no se lo piensa ni un segundo y trae de vuelta la atrocidad que sufrió una chica a la que su pareja le había gravado con un cuchillo en el brazo la fecha en la que se habían conocido. Con eso no tuvo suficiente. Más tarde, marcó en su hombro sus iniciales con un cúter. Dos agresiones que tuvieron como resultado a una chica que, sin haberlo pedido, llevaba sellada la marca de la muerte. Así que, para dotar de luz a su cuerpo castigado, este equipo de mujeres le tatuó unas flores que acabaron con lo que nunca tendría que haber ocurrido, que hicieron que sus ojos dejaran de ver aquel dolor.

Pero, además de mujeres que han sufrido la violencia machista, también acuden a Desideratum personas que se han autolesionado en algún momento de sus vidas. Buscan tapar los cortes que un día se hicieron para, de algún modo, reconciliarse consigo mismas, para decir que ya se terminó. Noemí recuerda particularmente la historia de una clienta eligió que su nuevo acompañante vitalicio fuera uno de sus personajes favoritos de Disney, el más adecuado para hacerle volver a su niñez, “a lo qué había sido antes de su enfermedad”.

En Desideratum también hay cabida para mujeres a las que el cáncer de mama les ha extirpado parte de sus pechos, parte de su feminidad. Aquellas que, como señala la impulsora del proyecto,  "quieren mirarse en el espejo y reconocerse como tal” y que acuden con dos posibles demandas: reconstruirse la aureola y el pezón en ocasiones en 3D o no tocar nada y simplemente borrar el rastro de la enfermedad con un tatuaje.

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El primer estudio LGTBI

Al ser un estudio conformado por mujeres casi todas activistas LGTBI y al enarbolar múltiples causas sociales, para Noemí los clientes sienten que aquí recibirán un trato más cálido que en estudios convencionales. Algo que es muy significativo para chicos y chicas del colectivo LGTBI que no se aventuran a hacerse en cualquier parte tatuajes que manifiesten su sexualidad. Porque, como añade la impulsora del estudio, “no van a sufrir discriminación en otros lugares, pero vienen aquí de todos modos porque están seguros de que no les va a pasar nada. Es un modo de prevenir”.

Una industria machista

"En el mundo de los tatuajes impera la presencia de hombres, y eso hace que, en ocasiones, sea muy machista", admite Noemí. Aunque recalca que obviamente no todos los tatuadores lo son, hay casos que han mancillado parte de la reputación de la industria. El más reciente que recuerda es el de un tatuador que le metió mano a una clienta mientras le hacía un tatuaje o el caso de otro tatuador que pedía a sus clientes que se desnudaran más de la cuenta. 

Pero, además de los casos que llegan a sus oídos por parte de las clientas, también recuerda que también puede ocurrir del revés y ser ellas las víctimas de ese machismo imperante: "existe incontable número de tatuadoras que se han encontrado con situaciones que no tocaba por parte de clientes, jefes o compañeros”. Desideratum es muchas cosas. Pero puede que su legado más bestia sea el poder de inyectar con tinta en sus clientes la paz que un día perdieron.