6 personas recuerdan los mejores y peores besos que les han dado en su vida

 He aquí una exposición de los besos más insólitos, guarretes, asquerosos y bizarros que han vivido las personas a las que hemos encontrado. 

Crédito de las imágenes: Maggie West

Dicen que solo hay una oportunidad de causar una buena primera impresión, pues cuando metes tu lengua en boca ajena ocurre lo mismo. He aquí una exposición de los besos más insólitos, guarretes, asquerosos y bizarros que han vivido las personas a las que hemos encontrado.

"Le comí la boca y me supo a polla", Gerardo 32 años. Valencia

Estaba en Brasil en medio del Mundial 2014. Los colegas chilenos del albergue decidieron salir por las abarrotadas calles de Belo Horizonte y las cervezas Brahma ya estaban haciendo su efecto. Vamos que estaba cachondo como un mono. Me crucé con una exuberante mulata con la que la noche antes había tenido cierto affaire. La agarré por la cintura y le comí la boca a cholón. Cuando terminé me di cuenta del tremendo sabor a polla de su boca. Por lo visto había estado ocupada momentos antes. Pegué un trago a la cerveza y seguí a lo mío. Eso sí, con olor a pene en el bigote. Menos mal que el alcohol desinfecta.

"El día que mi ídolo me metió la lengua", Laura, 27 años. Barcelona

Pongamos que él se llama D. Llevaba como un año y medio yendo a verle y me sabía toda su vida de memoria. Finalmente un día, después de una de sus actuaciones y de haber hablado por encima en alguna de ellas, recibí un mensaje suyo por Facebook. Recuerdo que casi me meo encima cuando vi su nombre en mi bandeja de entrada. A partir de ahí empezó entre nosotros una cadena de mensajes que derivó en alguna que otra cerveza y el colofón final. Después de una actuación le llevé hasta su hotel y ahí en la puerta de un Silken Puerta Abierta me dio el puto mejor beso de mi vida. Él me pidió subir a su habitación y yo me puse más nerviosa que un Gremlin en un bautizo, así que me hice la digna y le dije que no. Porque conocer la lengua de tu ídolo está bien, sus partes bajas no sé si tanto. Y menos mal que I said no, porque después de ese día nunca más volví a saber de él. Se quitó Facebook, dejó de escribirme y yo me quedé sin polvo, sin ídolo y viéndole por la tele.

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"Abrí los ojos y era mi hermano metiéndome la lengua", Jose 28 años, Barcelona

Eran las fiestas del pueblo en Soria y la casa familiar se nos había quedado pequeña con tanta visita. A mi hermano y a mí nos metieron en una de las habitaciones en las que únicamente había una cama de matrimonio. Aquella noche nos metimos un festival de kalimotxo y volvimos cieguísimos. Por entonces estaba acostumbrado a dormir con mi novia y mientras dormíamos no pude evitar darle un abrazo y un beso. De repente, noté como me metían la lengua y al abrir los ojos vi a mi hermano con cara de zombie intentando comerme la boca. Tuve un mezcla de asco y sueño pero me volví a dormir a los 5 minutos.

"El vello de punta en mi primer beso con una chica" Paula, 23 años

El beso más inesperado y a la vez el más lento en producirse fue mi primer beso con una chica. Después de unas copas tontas en la residencia de la uni, una chica con la que tenía muy buen rollo desde hacía unas semanas me acompañó a mi habitación a echar un último piti. Estábamos charlando de tonterías tumbadas en la cama como muchas otras veces, y de repente, tras apagar la colilla, su mirada cambió y se volvió densa, se hizo un silencio atronador, y yo me pregunté si me estaba vacilando. Ambas nos habíamos catalogado como heteros hasta entonces, así que los segundos que ella tardó en acercar su cara a la mía, milímetro a milímetro, era como recorrer el pasillo que separaba a la idea morbosa de la realidad, a los prejuicios de las ganas de experimentar. Recorrimos esa distancia en lo que parecieron cien años con el vello tan erizado como el pensamiento. Esos segundos separaban mi yo de antes y después de ese dulce, tímido e intenso beso al que durante medio año le seguirían muchos más.

"Tuvo una arcada y me apartó de una patada", Gustavo 30 años, Mallorca

Salí de fiesta por Zurich Suiza con una chica con la que había estado un tiempo saliendo. Después de pasar toda la santa noche bebiendo cervezas gigantes y chupitos de schnapps un licor diabólico típico de los países germánicos nos fuimos a dormir sin más. Por la mañana estaba super palote y me acerqué a ella para ver si le apetecía echar un polvete matutino. Al comenzar a besarla la chica tuvo una arcada flipante y de una patada me alejó. Por si fuera poco, me dijo que jamás en su vida había besado una boca más nauseabunda. Me lavé los dientes y seguí a lo mío, a los 5 minutos ya estábamos como siempre, por suerte.

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"Ese beso Erasmus que se acabó clavando en mi corazón", Marta, 31 años. Pamplona

Estaba de Erasmus en París y teníamos los exámenes al caer. Me había pasado la tarde en la biblioteca del museo Georges Pompidou y después nos liamos a tomar birras en el sitio de siempre en el barrio de Chatelet. Cuando ya decidimos todos que era hora de irse a casa, el chico que me gustaba se ofreció para acompañarme. Era el primer movimiento que hacía. En ningún momento se me había ocurrido que mi interés podía ser correspondido. Estaba de los nervios y me agarraba a mi portátil como si no hubiera mañana. Empezamos a andar, a reír y a hablar hasta que nos besamos ante la puerta de un bistrot cerrado en el Boulevard Sébastopole. Cuando llegamos a mi casa, me volvió a besar en mi portal y se marchó sin insinuar ningún tipo de interés por subir. Fueron los primeros besos de muchos y los primeros pasos de una relación que dejó atrás el Erasmus y anidó durante muchos años en mi corazón.

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