5 bonitas historias de amores de verano que no necesitaron un capítulo más

Hay amores de verano que duran ratitos. Cinco minutos, dos horas, tres meses o todo un año. Llegan , se van y se cierra el capítulo en el mismo lugar que lo vio empezar.

Estas historias están patrocinadas por Ron Barceló y  'Desalia, La Película', dirigida por Ernesto Sevilla.

Porque si hay algo que no se nos puede olvidar nunca es 'vivir ahora'.

 

Hay amores de verano que duran ratitos. Cinco minutos, dos horas, tres meses o todo un año. Llegan , se van y se cierra el capítulo en el mismo lugar que lo vio empezar. Estas historias son el ejemplo de que no hace falta un amor interminable sino un amor que lo parezca mientras esté durando. 

Historia 1.

"Ese agosto me iba a la feria de Málaga para vivirla desde dentro con mi amiga malagueña. Soy de Barcelona y reservé una plaza en un coche compartido para ir hasta allí, ya que era la opción más barata y me daba igual que fueran 9 horas de trayecto. 14 de agosto, había llegado el día. Quedé a las 8 de la mañana con el conductor en Arc de Triomf. Identifiqué el coche rápidamente y me dirigí hacía él. Yo no sabía que al abrir esa puerta del coche, estaba empezando la mejor parte del viaje.  Nueve horas de una conexión brutal. Creo que, por primera vez, supe lo que era el sexo con las palabras. Con la mente. Con las ideas. Quería que esa carretera no se acabara nunca, pero acabó. Nunca más supe nada de él, y no pasa nada. Fueron 9 horas mágicas y las quiero intactas. "


Historia 2.

"Un día de verano le organicé una cita a ciegas a una amiga. Le preparé una auténtica emboscada ya que le había dicho que esa noche había plan juntas. Pero 30 minutos antes de la hora me avisó de que no podía venir. Intenté contactar con la otra chica y, nada, no recibía los mensajes. así que tuve que ir al lugar donde habían quedado. Ella sabía toda la verdad, así que solo me dirigía a decirle lo que había pasado y que lo sentía mucho. Llegué al punto de encuentro, me acerqué y le expliqué todo. Ella no pronunció ni una sola palabra en todo mi discurso de ‘lo siento’, solo dijo al final: “¿quieres ir a cenar?”. Acepté. Un poco atónita, pero acepté. Bendita emboscada que me monté a mí misma porque conectamos desde el primer momento.  Esa noche terminamos en la playa, desayunando algo y viendo el amanecer frente al mar. Y de esta misma forma también acabó nuestra historia, un efímero pero muy bonito ‘nosotras’. "


Historia 3.

"Era un sábado de julio. Estaba con mis amigos en el chiringuito, tomando algo y bailando. De hecho, recuerdo que estaba a punto de irme porque estaba reventado de trabajar todo el día. Hasta que me trajeron un mojito de Barceló.  Miré a mi alrededor, flipando e intentando saber de parte de quién venía.  Volví a mirar el cóctel y dude en tomármelo. De repente, se acercó el camarero y me dio un papel que ponía ’A las 00:00h te invito a dirigirte hacia las 00:00h’, con una luna dibujada arriba en el medio. Me entró la desconfianza, pero algo me decía que debía confiar. Deduje que tenía que ir hacia donde dirigen las agujas del reloj cuando son las 00:00h pero, ¿en qué dirección? Pensando, llegamos a la conclusión de que la luna era el punto de referencia.  Fui hacia el supuesto punto indicado, y allí estaba un chico sentado encima de una toalla, mirando hacia el mar. Me acerqué y solo pudo salir de mí un tímido ‘hola’. Se presentó y se disculpó ‘por haber hecho tanto show, pero que así era él’. Me dijo que algo de mí le había llamado la atención, y que quería conocerme.  La verdad es que fue mágico. Nos estuvimos viendo todo ese verano, siempre en el mismo lugar a la misma hora. Pero cuando acabó el verano, también acabó lo nuestro. "


Historia 4.

"Ese verano mis amigos y yo nos quedábamos en el maldito pueblo. Sin pasta, sin conocer a gente nueva y sin aventuras que recordar el año siguiente. El verano se presentaba monótono y aburrido…hasta que tuvimos una revelación rara. Cambiamos el  brunch del medio día por ir a patinar a la playa y la quedada de por la tarde por cena y monólogos en algún chiringuito. Otras veces cogíamos las toallas y nos subíamos a los búnker de Barcelona a ver las estrellas. Estos son solo algunos pocos ejemplos de todo lo que hicimos. Decidimos exprimirlo a nuestra manera y a nuestro alcance, Ahora sé que si algo es aburrido puedes cambiarlo. Y bueno, esta es una historia de amor hacia mis amigos, porque si era posible, me enamoré más de ellos."


Historia 5.

"Como cada verano, paso un mes con mis primos y mi hermana en Tarifa, en casa de nuestros abuelos. Es como un ritual sagrado. No nos lo perderíamos por nada en el mundo. Muchas noches las pasamos en la arena, sentados, charlando y tomando algo. En una de esas, vino un chico holandés a pedirnos fuego. Yo le di mi mechero. Él estaba sentado con un grupo de gente un poco más allá de donde estábamos nosotros. Fue hacia allí, se quedó un rato y después regresó para devolvérmelo, me dedicó una sonrisa y se fue. La verdad es que me hubiera gustado hablar más con él. Al día siguiente, con más luz, vi que había un número escrito en el mechero. No me lo podía creer. Mi nivel de emoción subió por las nubes.  Le llamé. Quedamos. Y repetimos cada noche desde entonces. Pero se terminó cuando llegó septiembre y cada uno terminó su temporada allí. Ese verano fue diferente, y al final es lo que quiero llevarme conmigo". 

Si te has quedado con ganas de más, aquí tienes el corto “Desalia: La Película” de Ron Barceló. Una comedia dirigida por Ernesto Sevilla que plasma lasel corto “Desalia: La Película” de Ron Barceló. y la divertida historia de amor que surge entre ellos, en un escenario inmejorable: todo sucede a bordo del crucero por el Mediterráneo.