3 jóvenes relatan su precaria experiencia como becarios en la ONU

Mientras muchos funcionarios de las Naciones Unidas cobran un sueldazo, los becarios tienen que correr con todos sus gastos en ciudades super caras

“Hoy en día las prácticas las paga poca gente, y a la ONU no le puedes decir que no”, pensó Mónica*, una joven de 27 años de Girona, cuando hace un par de años la contactaron para hacer prácticas en una oficina de las Naciones Unidas en Chile. Aunque ya había acabado su master en Economía, y las prácticas solo son para estudiantes, le propusieron que fuese como investigadora asociada, solo que con los mismos derechos que una becaria: jornada completa sin cobrar un duro y pagándote tú vuelos, alojamiento, y hasta el último bocado.

“Trabajé muchas horas extras mientras veía como algunos funcionarios con sueldazo y privilegios se iban a en punto, o antes”, cuenta Mónica, que estuvo seis meses el máximo permitido sin remunerar en Santiago de Chile. Aunque ya conocía las condiciones de antemano, la española cuenta que los contrastes la dejaron desilusionada. “En la cafetería de la oficina lo pagábamos todo, cuando nos podrían dar perfectamente de comer a los que estábamos sin sueldo, porque cada día sobraban cosas”, asegura.

La sensación de desprotección que sintió va más allá de lo económico. La exbecaria recuerda como un compañero suyo tuvo problemas para salir del país una vez terminadas las prácticas, porque el aeropuerto secundario desde el que quería volver a México no reconoció la extensión de su visado. Lo consideraron ilegal, y pasó dos días retenido sin que en su oficina moviesen un dedo para ayudarlo. Tuvo que pagar una multa de 200€ y un nuevo billete de avión, y nadie le reembolsó ni le compensó por ello.

 "Con los recursos y la logística que tienen, ¿cómo tratan así a los pasantes?", se pregunta Mónica indignada. Hurgando en recuerdos agridulces, menciona que por supuesto hay en la ONU quienes creen en lo que hacen, pero que otros viven del cuento. Ella trabajó durante meses en un informe, lo redactó mayoritariamente junto a un compañero, y, sin embargo, fue su jefe el que se colgó todas las medallas en público.

Experiencias diversas, queja común

No fue el caso de Cristina*, de 22 años, que estuvo cinco meses de prácticas en una oficina de Ombudsman la oficina de resolución de conflictos internos y dice que se sintió valorada y fue una experiencia enriquecedora. Pero más allá de su reconocimiento, le preocupó que los pasantes, a diferencia de los trabajadores, no tuvieran representación ni una figura ante quien protestar. Recuerda que varios compañeros descontentos se juntaron para mandarle una carta a un alto cargo de la oficina, en la que exponían formalmente una serie de quejas.

El resumen de la carta era que la gestión de los practicantes desacredita o va en contra de los derechos fundamentales que la ONU predica, es decir, igualdad de oportunidades y educación para todos. “Nunca nos contestaron, y los consultores nos dijeron que la nuestra no era la primera carta de ese tipo”, cuenta Cristina. Aunque aprovecharse de los becarios sea el plato de cada día en muchas empresas, estos jóvenes consideran que la ONU no puede caer en eso y debería ser un modelo a seguir a nivel mundial.

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Lo mismo opina Luis*, de 26 años y vecino de Madrid, que ha hecho prácticas en dos oficinas distintas de Latinoamérica y está muy alineado con los valores de la ONU. Advierte que no es fácil extrapolar a otras agencias, porque no es lo mismo ir a Ginebra que a Brasilia, y recomienda que si vas a hacer prácticas en la ONU, te informes de cómo es la oficina a la que te destinan e intentes contactar con alguien que haya hecho prácticas allí antes. Pero pese a las diferencias entre oficinas, coincide con las otras dos exbecarias en que la ONU debería reconsiderar, de forma general, cómo trata a sus becarios.

Aunque entiende que remunerarlos puede ser difícil a nivel de presupuestos, lo ve una cuestión de justicia y coherencia. "No hay igualdad de oportunidades, porque el sistema privilegia a los que tienen recursos para mantenerse medio año en otro país. Acaban siento pasantes los que pueden permitírselo, y no los mejores", dice. Recientemente, la OMS ha anunciado que empezará a pagar a sus becarios, así que quizás visibilizar estas quejas no caiga en saco roto.

Elitismo y 'amiguismo'

Otro problema con el que se encontraron los entrevistados fue el del nepotismo, que le resta meritocracia a la organización. Según Cristina, varios consultores remunerados estaban allí por ser alumnos de uno de los funcionarios, además de haber bastantes 'sobrina de' o 'novio de' trabajadores. "Es importante no ir con la idea de que te van a contratar después de las prácticas, porque no está sistematizado y es poco probable", dice. Sin embargo, tampoco es que los consultores vivan a cuerpo de rey. La joven cuenta que tienen tan pocos derechos como los pasantes, ni seguro de salud, ni compensación si les echan.

El animal político que es la ONU parece haberse convertido en una máquina extremadamente burocrática y jerárquica, de forma que, según Mónica, “los funcionarios, o matan a alguien o roban documentación o no los echan; están muy protegidos. En cambio, si eres consultor, de un día para otro te pueden decir que 'hasta luego'".

Pese a la dureza de sus críticas, los tres jóvenes dejan claro que las prácticas han sido una oportunidad muy valiosa de aprendizaje y defienden tanto la existencia como el impacto de la ONU. Precisamente por eso, recalcan que hay que ser exigente con este organismo y hacerlo accesible para todo el mundo. Porque no son ellos los más perjudicados de este sistema, sino los miles de estudiantes motivados y cualificados en países en vías de desarrollo que, pese a merecerlo, difícilmente conseguirán reunir los miles de euros que necesitan para trabajar gratis en un país el triple de caro que el suyo.


* Las personas entrevistadas nos han pedido que cambiemos sus nombres para proteger su identidad