Zak Noyle: Congelemos El Pacífico

En el archipiélago de Hawaii, en el centro del Océano Pacífico, la temperatura, incluso en invierno, no baja de los 23.8°C. En la isla, cuatro áreas climáticas, que van desde la selva tropical hasta la tundra, pasando por zonas desérticas y de temper

En el archipiélago de Hawaii, en el centro del Océano Pacífico, la temperatura, incluso en invierno, no baja de los 23.8°C. En la isla, cuatro áreas climáticas, que van desde la selva tropical hasta la tundra, pasando por zonas desérticas y de temperaturas templadas, ofrecen a sus visitantes una diversidad inigualable, pero hacen que resulte muy extraño que llegue a nevar en las islas y mucho menos que el agua llegue a congelarse. Y, sin embargo, hay alguien que lo ha conseguido. Zak Noyle ha ganado la batalla a la Madre naturaleza. Al menos metafóricamente hablando.

Este joven hawayano de 29 años ha unido sus dos pasiones para crear su sello profesional. Por un lado, su pasión por la fotografía, heredada de su padre, un fotógrafo comercial que le introdujo rápidamente en el mundo de las instantáneas; y, por otro, su innata atracción por el surf, las olas y la actividad al aire libre. De este pacto entre el agua y el negativo ha nacido una manera completamente diferente de ver el mar, que queda congelado en el instante preciso en el que el ser humano se atreve a dominarlo.

No es casualidad que Noyle sea considerado uno de los fotógrafos surferos por excelencia. Trabaja desde 2010 en la revista Surfer, una de las más famosas en su ámbito y que en 2011 le concedió el premio a la mejor instantánea. Además, cuenta con varias publicaciones para la ESPN, Sports, Illustrated o Transworld Surf, e incluso en revistas menos especializadas en este deporte como puede ser The National Geographic han utilizado esas olas suyas ancladas en el tiempo y en el espacio.

Porque, más allá de retratar un deporte, Noyle se encarga de capturar la naturaleza en una de sus vertientes más improvisadas y aleatorias. Nunca hubo dos olas iguales, y nunca las habrá. Cuando esas montañas de agua rompan en medio del océano, engullendo o no a esos mortales que tratan de cabalgarlas, morirán entre viento y espuma y jamás volverán a repetirse. Por eso, cuando este joven fotógrafo se cuela entre ellas, engaña a lo efímero y lo transforma en permanente.

Zak Noyle congela con su cámara esas inestables obras de arte, hijas de Poseidón y del Pacífico, mientras luchan contra minúsculos humanos que cabalgan entre la espuma y se colocan a su altura con valentía. Es una igualdad de fuerzas, una lucha estable y sin claros vencedores como lo es nuestra existencia en este planeta que creemos dominar a la perfección.

Hasta que la ola rompa definitivamente y se evapore. Se haya tragado o no al surfista, venza quien venza la batalla. Será entonces cuando solo quede aquel recuerdo y las olas, congeladas sin necesidad de nitrógeno líquido, inmortalicen el poder y la belleza del Océano.

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