No es fácil convivir con la persona a la que quieres. Nadie sabe a lo que se enfrenta hasta que sucede, hasta que toca compartir el mismo espacio. No hay manuales para llevarlo a cabo pero sí que existen unos temas básicos que hay que controlar y manejar. A todo esto hay que sumarle la situación actual que ha hecho que muchas parejas que quizás tenían la idea de mudarse juntos tengan que postergar esta decisión. Esto es lo que le ha pasado a Joel y a Bec. Ahora bien, ellos han encontrado la manera de entenderse y de aprender a convivir con la distancia de por medio y, ¿cómo? A través de un videojuego.
Es una realidad que durante el confinamiento ha crecido nuestro contacto cibernético. Con él también hay un ascenso del mundo de los videojuegos. Es más, este terreno puede convertirse en una de las principales plataformas en las que puede crecer, por ejemplo, un sector tan golpeado como la música. Muestra de ello fue el concierto que Travis Scott dio a través de Fortnite, en el que consiguió reunir a más de 12 millones de espectadores.
Bec y Joel están aprendiendo a convivir en otro videojuego, el Stardew Valley, que ya ha vendido más de 10 millones de copias. “En este mundo somos copropietarios de una próspera granja llena de cultivos y ganado. A diferencia de la vida real, donde no compartimos activos, ganancias o una casa, en Stardew Valley, estamos viviendo una vida de convivencia. Reemplazamos la vida en el interior de la ciudad con una cabaña de madera, creamos amistades generadas por ordenador basadas en obsequios aleatorios o intercambios”, cuenta la pareja a The Guardian. El hecho de crear una vida virtual en conjunto les está enseñando algunas lecciones importantes que pueden aplicar en el futuro.
Dentro del juego constantemente tienen que tomar decisiones sobre cuándo y en qué desean o deben gastarlo el dinero. Tienen que enfrentarse a asuntos como renovar su cabaña o cambiar de herramientas o agregar prendas para variar su vestuario. En la vida real, la toma de decisiones compartidas tiene consecuencias compartidas y lo mismo sucede en el juego. Si uno de los dos se encuentra con cero salud después de un largo día de trabajo, pierden el 10% de su dinero. Al principio comenzó como una manera de entretenerse para enfrentar el confinamiento pero, poco a poco, empezaron a ver que podían sacarle jugo a ciertas situaciones y aprender de ellas.
“Hemos aprendido que las decisiones financieras compartidas son un equilibrio de prioridades personales y compartidas y también que las relaciones, en todas sus formas, requieren trabajo en equipo”, explica la pareja. Es evidente que no todas las decisiones en la vida real serán tan sencillas pero es posible aprender a través de la diversión. O al menos es una forma más práctica de entender los videojuegos y que no sean solo un medio en el que gastar el tiempo sin más.
