Así como lo lees, cuando te digo que la cosa acabó mal no estoy exagerando. Lo que provocó la cerveza barata durante un partido de baseball en Cleveland fue tan heavy, que hasta 40 años después todavía se sigue hablando de ello.
Era el año 1974 y los Cleveland Indians estaban teniendo un año un poco flojo en la liga de baseball americana, la MLB. El equipo no jugaba a nada y eso provocaba que el estadio estuviera más vacío que un bote de Nutella en la fiesta de cumpleaños de un niño de 8 años. Solo te digo que su estadio tenía capacidad para más de 70.000 personas y no iban ni 5000. Esto llevó al equipo a sufrir graves problemas financieros. No hace falta ser Premio Nobel en Matemáticas para entender que si la mayor parte de tus ingresos son la venta de entradas y no va ni 'el tato' a tu estadio, vas a acabar más arruinado que un estudiantes Erasmus a fin de mes.

Viendo el panorama, y como 'a grandes males, grandes remedios', los directivos de los Indians se reunieron con urgencia para pensar una idea que, por arte de magia, consiguiera llenar el estadio de un día para otro. Así que estuvieron pensando qué podían ofrecer que gustase a todo el mundo para atraer público al estadio. Obvio, CERVEZA BARATA.
Y así nació The Beer Night que, básicamente, consistía en vender cerveza durante un partido a 10 centavos de dolar en vez de a 65, que era el precio habitual de la época. Sabiendo que la oferta iba a llamar al estadio a muchísima gente, decidieron que lo más lógico era poner un límite de 6 cervezas por aficionado. El plan atrajo a más de 25.000 aficionados, cinco veces más que en su último partido. Miles de personas con más ganas de alcohol que un australiano en los Sanfermines.

El problema fue que no se tomaron medidas para controlar los vasos que consumía cada aficionado. Sorprendentemente, el partido empezó sin incidentes, los Cleveland Indians ganaban y el público animaba más que nunca. Pero claro, cuanto más tiempo pasaba más cerveza entraba en el cuerpo y la gente empezó a venirse arriba. Tanto que cuando el equipo rival hizo un home run, una aficionada saltó al campo enseñando sus pechos para animar al equipo, y los exhibicionistas empezaron a multiplicarse y a correr por el estadio entorpeciendo el juego. Hasta ese momento, todo eran risas y cachondeo, pero el partido cada vez estaba más igualado y el público más borracho.
La chispa que encendió la violencia

Todo cambió cuando otro fan saltó al campo, pero esta vez para robarle el casco protector a un jugador de los Rangers, el equipo contrario. El jugador y el aficionado empezaron a pelearse y esto provocó una lluvia de objetos desde la grada. Decenas de aficionados saltaron las gradas para pegar a los jugadores de los Rangers. De repente, el equipo rival se vio rodeado por unos 200 aficionados armados con navajas y botellas, la cosa estaba a punto de acabar muy mal. Tuvo que ser el propio entrenador de los Indians quien ordenase a sus jugadores que defendieran a los rivales del linchamiento.

Al final, los antidisturbios sacaron a los jugadores del campo y consiguieron controlar la situación. Está claro que la moraleja de esta historia es que no es buena idea mezclar alcohol y un evento deportivo, una moraleja que duró poco tiempo ya que, pocos meses después, volvieron a hacer The Beer Night, aunque esta vez solo ofrecieron dos cervezas por aficionado.