En un viejo gimnasio de artes marciales, en el centro de Nueva York, dos hombres discuten. Uno de ellos es blanco, rubio, dice ser el Inmortal Puño de Hierro y acaba de pegar una paliza de muerte a un chaval de barrio que hace trabajillos para una mafia. El otro es Luke Cage, tiene pinta de armario negro y recrimina al primero su actitud. “El chico trabajaba para La Mano, ¿nunca te has pegado con alguien para proteger a otro? ¿Cuál es la diferencia?”, se justifica el Puño de Hierro. “Que vivo en su misma manzana”, responde firme el segundo.
El intercambio tiene lugar en el tercer capítulo de The Defenders, la miniserie que Netflix y Marvel acaban de estrenar online. Sus ocho episodios reúnen a los protagonistas de las cuatro series que la compañía de streaming ha ido produciendo a lo largo de estos últimos dos años: Daredevil, Jessica Jones, Luke Cage y Iron Fist. Cuatro historias de superhéroes que presentan una diferencia fundamental con los cuentos infantiloides que cada X tiempo llegan a las pantallas de cine: estos cuatro vigilantes respiran la calle.

Esta es la actitud que emana el diálogo con el que abríamos el artículo: los enemigos de estos personajes no son alienígenas ni monstruos de otras dimensiones. Matt Murdock, Danny Rand y compañía saben que al pie de los altos rascacielos de Nueva York se cuecen relatos desgarradores. Historias que seguramente no tengan la épica de un supervillano con ganas de dominar el mundo –como siempre-, pero que tienen algo más importante: verdad.
La humillación, el acoso, el miedo, la drogadicción... sin ser boy-scouts, los cuatro protagonistas de The Defenders se enfrentan a estos problemas, con o sin máscara –de hecho, solo uno de los cuatro lleva su cara escondida-. Las trayectorias de estos personajes son el reverso de las fantasías de la gran pantalla: si el Capitán América destroza un edificio sin pestañear, estos son los personajes que asisten a la madre que ha perdido un hijo en las redes de la mafia.
En The Defenders se mezclan las identidades “reales” con las superheroicas de sus protagonistas: es tan importante que Daredevil sea un abogado con debilidad por defender judicialmente a aquellos dejados de lado por la sociedad como su habilidad para la lucha cuerpo a cuerpo. Es tan importante que Jessica Jones se tome su trabajo como detective privada en serio como que pueda levantar un coche con las manos desnudas.

Por eso, en definitiva, la trama de esta miniserie nos llega más: porque sus protagonistas respiran nuestro aire y pisan nuestro suelo. No son semidioses que vuelan más allá de donde alcanza la vista, sino humanos con unas habilidades determinadas y la determinación de ponerlas al servicio de los demás. ¿Acaso no podemos hacer nosotros lo mismo en el día a día, con actos cotidianos de ayuda a aquel que pasa por nuestro lado? Todos, parece decirnos la serie, podemos ser los defenders –los defensores- del prójimo que sufre.